En Chile y en Latinoamérica la principal causa de encarcelación de mujeres son los delitos de droga. En nuestro país un 56% de la población penal femenina está ahí por esta falta y todas ellas tienen un perfil parecido. El encarcelamiento, la separación de sus hijos e hijas y la estigmatización social son las tres condenas de las 787 mujeres chilenas condenadas por delitos de droga.
En las calles de los barrios vulnerables de Santiago se repite un patrón en las redadas policiales: quienes se van detenidas generalmente son mujeres por delitos de droga, que se dedican a pequeñas ventas y de bajo nivel socioeconómico, según Pedro, funcionario de Policía de Investigaciones (PDI).
Al analizar la población penitenciaria desde 1995 hasta la fecha, se puede ver cómo hasta antes de la promulgación de la Ley 20.000 en el 2005, las mujeres privadas de libertad crecieron en un 37%, pero después de esta, el aumento fue desproporcionado llegando al 70%.
En el caso de la población penal masculina aumentó en un 70% hasta el año 2005, pero después la cifra baja radicalmente para seguir aumentando hasta la fecha en un 30%. A la inversa de la situación de la población penal femenina.
En las 787 mujeres chilenas condenadas por delitos de droga se evidencia una situación cada vez más alejada de ser llamada una coincidencia y es que todas ellas se parecen más de lo que creen: microtraficantes, madres, jefas de hogar, baja escolaridad, la mayoría está por delitos no violentos y se desenvuelven en ambientes adversos.
Según cifras obtenidas de Gendarmería de Chile, un 96% de las mujeres privadas de libertad por delitos de droga son madres con un promedio de 3 a 4 hijos. Para Corporación Humanas esto genera consecuencias irreparables en el entorno familiar, especialmente con las condenas tan altas que se aplican en este tipo de delito, considerando que la gran – además- mayoría son jefas de hogar.
Estas mujeres son las que se encuentran en el último eslabón de la cadena de narcotráfico, dedicándose a las ventas de menudeo en los barrios y poblaciones, quedando más expuestas a una posible detención. “Difícilmente llegamos a los altos mandos de las organizaciones”, asegura Pedro, funcionario de Policía de Investigaciones (PDI).
Datos de Fiscalía de Chile evidencian que en un 67% de las regiones del país, más de un 50% de las mujeres encarceladas por delitos de droga se encuentran por microtráfico, lo que demuestra que, junto al aumento desproporcionado de la población penal femenina y su ausencia en los “altos mandos”, se convierten en “carne de cañón de quienes lideran las organizaciones criminales.
787 Anónimas es un proyecto de las alumnas de la Universidad Diego Portales, Renata Ahumada y Camila Pinto, que busca visibilizar la realidad de las mujeres que se encuentran en esta situación de precariedad y vulnerabilidad, analizando todos los factores que inciden en este aumento desproporcionado de la población carcelaria femenina y cómo esta afecta a la sociedad de una forma intensa e irreparable.
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