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Hace siete meses, 24 Horas conoció la historia de la hermana Francisca, una monja de claustro que fue violada al interior del monasterio de la Santísima Trinidad, en pleno centro de Santiago.

La religiosa demandó a la Iglesia Católica, acusando abandono de su congregación. Actualmente, la religiosa sana heridas y afronta el hecho de haber dado en adopción al hijo que nació de esa violación.

Emilia Antelo, afectada por este hecho, señaló que pese a las presiones nunca renunció a la congregación y que en rigor sigue siendo monja, por lo que se encuentra en pleno juicio contra la Iglesia Católica.

En el presente se encuentra en la comuna de Cabildo, donde el Instituto CBS la ha ayudado a su terapia psicológica. Además, afirmó que de su congregación nadie ha venido a verla.

Respecto a la decisión de dar en adopción al hijo nacido producto del abuso, la religiosa explicó que fue para “entregarlo en un lugar que realmente lo amen, lo quieran, le den protección porque no la tenía para mí ni mucho menos para una criatura que necesita más que un pan”, sostuvo.

Además, agregó que cuando dio en adopción al menor se encontraba  en las condiciones más paupérrimas. “Estaba sin techo, sin apoyo, sin vida, sin salud, muerta en vida”, detalló.

Asimismo, acotó que las personas que la juzgaron por entregar a su hijo, no han vivido una experiencia similar a la  suya.

Desde Fundación Humanas, quienes apoyan a Emilia en la demanda contra el Arzobispado, señalaron que sufrió una marginación de la vida religiosa, que se mantiene en el tiempo, la que es completamente radical porque no se le permitió volver a la vida del monasterio.

La hermana Francisca vivió la mitad de sus 35 años al interior de un claustro y la vida fuera del recinto ha sido difícil. “En este último tiempo he aprendido que el hábito no hace al monje, ser monja lo llevo adentro (…) yo recién estoy empezando a ser feliz nuevamente”, dijo.

El juicio contra las Hermanas Clarisas Capuchinas y el Arzobispado de Santiago sigue adelante. Actualmente Emilia está más fuerte y asume la adopción de su hijo. quien quiere seguir trabajando en el campo para sanar sus heridos en búsqueda por reparación y justicia.