El proceso chileno es inédito en el mundo. Una constitución paritaria no solo reconoce a las mujeres el derecho a participar en igualdad de condiciones, sino también a escribir una nueva Carta Magna con enfoque de género. Una oportunidad, destacan expertas, de sintonizar con demandas ciudadanas y ser un ejemplo global.
“¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución?”. Era la pregunta de la segunda papeleta de votación del Plebiscito del 25 de octubre. Los resultados, dados a conocer por el Servicio Electoral indican que, de 7.555.222 votos válidamente emitidos, esto es, excluidos los nulos y en blanco, los resultados son: para la opción Convención Mixta Constitucional 1.501.793 votos, correspondiente al 21,01% y la opción Convención Constitucional 5.646.427 votos, correspondiente al 78,99%.
¿Qué implica eso? Chile tendrá una Convención Constituyente para elaborar la Constitución. Formada por 155 ciudadanas y ciudadanos elegidos por voto popular, será el primero en el mundo en dar paridad con un 45% a 55%, de mujeres y hombres.
Así Chile asume un lugar de vanguardia, superando incluso a países como Islandia y Finlandia.
Cuando la diversificación en la toma de decisiones no existe, hay alta probabilidad de que los intereses, traducidos en políticas públicas, representen sólo a un grupo en desmedro de otros, en este caso, las mujeres.
Una oportunidad única para fortalecer la democracia y darle legitimidad al proceso, dice María Inés Salamanca, de ONU Mujeres Chile. Las mujeres constituyen en Chile el 51% de la población, y en este sentido, “permiten priorizar materias sensibles y trascendentales no sólo para ellas, sino para el conjunto de la sociedad”. Contar con paridad en este proceso y en todos, permite reducir las desigualdades y transforma las relaciones de poder.
“La convención va a quedar constituída de forma paritaria, y eso es un salto cualitativo en representación enorme”, indica María Cristina Escudero, abogada y académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, quien destaca que si bien en Chile se ha avanzado, por ejemplo en la ley de cuotas, está muy lejos de ser equilibrado y estar sobre los promedios regionales en cuanto a representación.
La paridad no es antojadiza, agrega la directora ejecutiva de ComunidadMujer, Alejandra Sepúlveda. Es un principio que otorga profundidad a la democracia. Permite avanzar desde una igualdad formal entre hombres y mujeres -como consagra la Constitución actual- a una real y sustantiva.
“A través de la distribución más equilibrada del poder, en el Estado y los organismos autónomos y del reconocimiento, respeto y promoción de los derechos humanos específicos de las mujeres, por ejemplo, a vivir una vida libre de violencia, a la igualdad salarial, a la protección social sin discriminaciones por razón de género, al reconocimiento del valor del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado y la corresponsabilidad social”, aclara Sepúlveda.
Es la reivindicación histórica y la profundización democrática de hombres y mujeres representados en igual proporción en un órgano tan relevante como aquel que va a definir el pacto social sobre las personas que habitamos este territorio, dice Constanza Schönhaut abogada de Corporación Humanas, “sobre todo, cuando sabemos que, en la historia política en general y constituyente en general, las mujeres hemos sido permanentemente excluidas, y por tanto nuestra realidad, necesidades y deseos no se ven reflejados en las decisiones país”.
Un principio y un derecho escrito en la carta fundamental despeja cualquier controversia sobre su existencia jurídica. De esta forma una ley que los contradiga no los derogaría, dice Sepúlveda, sino que sería inconstitucional. “Así podremos avanzar en un país más igualitario e inclusivo y profundizar la calidad de nuestra democracia, la justicia y el desarrollo de Chile”.
Para la historiadora María José Cumplido, es un evento muy relevante. Un hito histórico a nivel mundial, que marca un camino a seguir. Hace muchos años, hay conciencia de cómo las mujeres han sido excluidas de la política y del espacio público, “y esto invita a que cada proceso, desde asamblea a directorios, sea conformado con una mirada amplia, con distintas voces, que permita tener una visión más compleja y cercana a la realidad a que si se tienen puros hombres, porque implicaría un sesgo”.
La Convención Constitucional, a sido un gran logro de las mujeres organizadas, subraya Escudero. Un logro de tantas que salieron a pedir que hubiese una convención paritaria. Con ella se abre una gran oportunidad en Chile para dialogar como nunca hemos tenido, “para conversar temas importantes para todos y todas, y que además lo haremos en condiciones importantes con paridad y con independientes, aunque aún está pendiente los pueblos originarios”.
La paridad política es clave. Tal como lo destaca ONU Mujeres, es necesaria para que las mujeres contribuyan a la toma de decisiones que afectan sus vidas. “La democracia paritaria propone un nuevo modelo de un Estado inclusivo, tal como lo propone la Agenda 2030, y un nuevo pacto social donde la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres sea una realidad”.
Hillary Hiner, historiadora y una de las coordinadoras de la Red de Historiadoras Feministas está de acuerdo con que tener una convención constitucional con paridad es una oportunidad histórica. “En ningún otro país del mundo se ha logrado hacer y creo que en muchas latitudes nos van a estar mirando, para estudiar cómo nos va”.
Un paso que Chile ya había tomado antes, en términos de vanguardia. Fue uno de los primeros países en el mundo al erradicar la esclavitud. El 24 de julio de 1823, fue el primer país americano y segundo a nivel mundial, en decretar la libertad absoluta de la esclavitud. Dinamarca fue el primer país en decretar la abolición de la esclavitud a nivel internacional en 1792.
Al igual que la Ley de Libertad de Vientre, promulgada en 1811, por Manuel de Salas, que establecía que todos los hijos e hijas de esclavos nacidos en Chile, quedaban automáticamente libres al nacer, el voto femenino en 1949 o la reciente Ley de Acuerdo de Unión Civil, esta convención tienen en común, dice Cumplido que son aspectos en los que se trabaja por la verdadera inclusión.
“Marcan un camino que permita tener igual derecho de construir el país, donde no haya discriminación. Queda un montón por avanzar porque esto no resuelve todo, pero sí que haya ganado la convención paritaria habla de lo que está pensando y vive la gente, porque la discriminación no es solo un concepto, también se padece”, señala Cumplido.
Un paso que no deja de resultar una dicotomía dice Daniela Campos Letelier, miembro de Red de Politólogas. Chile es un país que está al debe con la paridad de género, ya que fuera de la convención constitucional eso no se cumple. “Pero ayer 25 de octubre, el país queda a la vanguardia porque escribiría una Constitución resguardando la paridad de género. Es histórico, inédito y sin duda importante para las mujeres y también para el feminismo”.
No obstante, dice Hiner, a la misma vez, falta bastante como para garantizar una “masa crítica” feminista dentro de la convención constitucional: “No es suficiente que sea un 50% de mujeres, porque también hay mujeres muy conservadoras, fundamentalistas en lo religioso o netamente anti-feministas. Además, dice todavía se está definiendo el tema de los escaños reservados para pueblos originarios y afro-chilenos, “es clave que estén, como también personas independientes, y no sólo desde partidos políticos”.
Chile no cuenta con paridad en muchos niveles ni en los espacios de poder, por eso este hecho es tan importante, añade Campos, porque va a ser la puerta de entrada de las mujeres a los nuevos rubros que han estado limitada por años. “El país se va a poner a la vanguardia con esta nueva Constitución. Este proceso constituyente paritario debe replicarse a nuevas áreas para mostrar nuestras capacidades en todas los ámbitos donde hay menos mujeres, que tengan la posición que merecen y que no han tenido en el tiempo, pero que se ha ido recuperando”.