Virginia González (38) es técnica en enfermería y dirigenta de atención primaria de salud de la Confederación Nacional de Salud Municipal hace más de 10 años. Participa en el Comité de Mujeres nacional e internacional de servicios públicos y en la Asociación de Funcionarios APS La Pintana (FREMESAM-CONFUSAM).
Estudió Artes Visuales en la Universidad de Chile. Trabajó como administrativa en la atención primaria para después estudiar técnico en enfermería. Su agitada agenda contempla el trabajo en el CESFAM Santo Tomás de La Pintana, además de ser Integrante activa de la Coordinadora Nacional de Trabajadores NO + AFP de la zona sur de la Región Metropolitana.
No más violencia
La dirigenta social lleva 16 años en el servicio público y cuenta que su cercanía con el feminismo nace precisamente a partir de su trabajo sindical, “por eso me empecé a acercar. Principalmente por experiencias de violencia de compañeras en el trabajo y además de un proyecto que partió en 2013 de la Internacional de Servicios Públicos que duró hasta el año pasado y que se enfocó en todos los tipos de violencia”, comenta acerca del proyecto que concluye con la Guía para la Prevención del Acoso Laboral dirigidas a trabajadoras/es del sector pública desde una perspectiva de género.
En Chile, según cifras alarmante de la Fiscalía Nacional del 2016 hubo 15.266 denuncias por delitos sexuales. Se estima que cada 33 minutos ocurre un abuso sexual en el país. Por cada niña que denuncia, 6 no lo hacen.
En 2014, junto a diversas organizaciones sindicales, dentro de las que se destacan Confusam, Fenpruss y ANEF, Virginia González fue parte de la creación de la guía para prevenir acoso sexual. Cuenta su participación en ese proceso sirvió para que las denuncias de violencia sexual llegaran al sindicato y se pudieran activar los procedimientos para hacerse cargo, “esos casos los recibimos, los orientamos y los derivamos donde corresponde”.
“Por los estudios y encuentros que hemos hecho, la primera causa de violencia en la mujer es la violencia sexual y la segunda es la violencia contra la maternidad, desde que estás embarazada, después cuando el hijo o la hija están chicos y no te dan permiso cuando se enferman; te cambian de puesto de trabajo sin aviso, te reincorporas y ya no tienes tu mismo puesto de trabajo. La violencia con la que trata la jefatura, o tus compañeros y compañeras; los típicos comentarios de ‘ya se embarazó de nuevo’ o ‘ya va a tirar licencia para mantener la pega’”, relata González.
Violencia sexual y aborto
En Chile, el aborto continúa siendo un delito, las condenas por ello bordean entre los tres y cinco años y se criminaliza a las mujeres que abortan y a quienes las ayudan de manera clandestina. Sólo en 2014 se iniciaron investigaciones judiciales contra 174 personas por “aborto consentido”, 113 de ellas eran mujeres, de acuerdo a Amnistía Internacional 2017.
Virginia González dice que en sus décadas como funcionaria pública han sido reiteradas las ocasiones en que mujeres se le acercan en busca de orientación sobre aborto. “Creo que debería ser aborto libre, seguro y legal para todas”, afirma con convicción sobre su posición frente a un debate que está en la pendiente desde la recuperación de la democracia.
Según estándares internacionales, que Chile no permita la interrupción del embarazo en ninguna circunstancia es una vulneración a los derechos fundamentales de las mujeres y en ocasiones una forma de tortura. Para González, que el país mantenga este estatus a nivel mundial responde al conservaturismo de algunos sectores. “La iglesia y la derecha tienen mucho poder todavía, se dice que Chile cumple con estándares de país desarrollado, pero es el mismo currículo administrativo que está desde la dictadura; el aborto aún es un tema tabú”.
La dirigenta de la CONFUSAM de La Pintana sostiene que el proyecto en debate desde más de dos años en el parlamento no es suficiente, está de acuerdo que exista y lo considera un avance, pero “es insuficiente porque el proyecto de ley contempla lo que pasa en la minoría de casos de aborto”.
A menudo la violencia sexual es invisibilizada y por ende también sus fatales consecuencias. Entre ellas, que a las mujeres se les continúe responsabilizando de las agresiones en su contra, basada en la poca credibilidad de sus palabras, incluso de las niñas que sobreviven al abuso sexual principalmente de sus familiares varones. Así, la violación es la causal más compleja porque serán las mujeres quienes tendrán derecho a decidir. Para Virginia González el pleito se debe básicamente a que “la violencia contra las mujeres en el fondo no se ve como algo malo, está permitida socialmente, para ellos (los legisladores) no es una causal grave”.
Insiste: La prohibición absoluta del aborto atenta contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. “La mayoría de las mujeres se atienden en el sector público y hay muchos problemas para conseguir hora con la matrona, hay muy poca información. Ahora que las mujeres más jóvenes usan las redes sociales tienen más, pero el resto no tiene”. Esta disparidad en el acceso a la información profundiza la desigualdad de género cuando se trata de abortar.. “Las mujeres que tienen más dinero tienen más acceso; si ser mujer ya es terrible si eres pobre, peor”.
Maltrato a la adolescente
Desde su experiencia en la atención primaria de Salud, Virginia González opina que la única y gran consecuencia (positiva) que podría traer consigo el aborto legal, sería la seguridad para las mujeres de hacerse un procedimiento con resguardo. Pero ello de la mano de un mejor diseño y una mejor orientación hacia programas de educación sexual en Chile.
González cree que existen temas aún no resueltos como el uso de la pastilla anticonceptiva de emergencia. “Incluso en la atención primera, en servicios de urgencia con el tema del método anticonceptivo de emergencia, hay maltrato en el fondo, llega una niña a pedir la píldora y es terrible, le preguntan todo. No existe orientación, en especial cuando son preadolescentes o adolescentes … Es la forma cómo te preguntan, la poca privacidad, es como si fuera mal visto. Desde la ventanilla le van dando la información”, describe.
Define al sistema como precario, carente de información para el público. Y siente impotencia porque dice que el tiempo pasa y los problemas no se solucionan. “Falta educación para los profesionales de la salud sobre violencia y también hacia él público, eso incluye campañas en medios de comunicación y en terreno. Con el mismo programa de adolescentes debería incluirse el tema de aborto, habría que volver a hacer educación sexual desde la mirada de que el aborto está permitido. La educación sexual se estancó. De hecho, han aumentado las infecciones de transmisión sexual, han aumentado todas las tasas y ahí se demuestra que esto se ha dejado de lado”.
Así, ve el camino a la despenalización del aborto difícil, aunque manteniendo cierto optimismo. “A veces pienso que se logrará, la sociedad está en una dinámica de recuperar los derechos sociales pero falta todavía. Donde es un tema solo de las mujeres es más difícil todavía, pero si ya se está en una pelea de recuperar los derechos sociales, podría ser un avance para nuestra lucha”.
Machismo inminente
Virginia Gonzalez también responsabiliza al machismo de la penalización del aborto .“La mayoría de los parlamentarios son hombres, incluso las mujeres por esta ideología conservadora y la iglesia tiene ese pensamiento; de que la mujer no puede decidir y no tiene derechos”.
Como dirigenta sindical tiene claridad sobre él. Cuenta que se mantiene activa en las reivindicaciones en contra de los micromachismos y el machismo dentro de los organismos públicos. Lo percibe y lo combate principalmente en talleres de formación y campañas contra la violencia hacia las mujeres. También continua trabajando para que el Comité de Mujeres de la Internacional de Servicios Públicos adquiera reconocimiento y deje de ser catalogado como un “centro de madres” (como le dicen algunos de sus compañeros) restándole peso a su labor como activistas.
Fuente: OGE