Por cada 100 hombres en Chile que declaran percibir inseguridad en los siguientes lugares hay, 169 mujeres que perciben inseguridad en un taxi, 123 en un paradero, 145 en micros, 127 en las calles de su barrio, 143 en centros comerciales y 123 en terminales de buses, establecen datos de la XVI Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana 2019.
“Llama cuando llegues”. “Trata de no salir de noche”. “No camines por lugares solos”. “¿Llegaste bien a tu casa?”. “Anota la patente del taxi antes de subir”. Todas aquellas frases son comunes entre mujeres. Una forma de cuidado y protección frente a un peligro. Porque ellas, sin importar la edad, suelen sentir miedo en la ciudad.
Una experiencia de temor que viven más mucho más que los hombres. Un recelo derivado de sentir que la seguridad personal se encuentra bajo amenaza.
En Chile, por cada 100 hombres que declaran percibir inseguridad en los siguientes lugares, hay 169 mujeres que perciben inseguridad en un taxi, 123 en un paradero de micro, 145 en micros, 127 que en las calles de su barrio, 143 que en centros comerciales y 123 en terminales de buses. Eso es lo que establecen datos de la XVI Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc), 2019, del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Los mismos datos INE muestran que no se trata de una sensación de inseguridad o apreciación sin fundamento. Efectivamente las mujeres son más víctima de delitos que los hombres en las calles.
El indicador de victimización personal, es decir, porcentaje de las personas que fueron víctimas de delitos de mayor connotación social durante los últimos 12 meses (medidos en la ENUSC como robo con violencia e intimidación, robo por sorpresa, hurto y lesiones) alcanza en el caso de los hombres el 7,2%, mientras que en las mujeres llega al 10,5%. Datos que no contemplan delitos sexuales en el espacio público.
La abogada de Corporación Humanas, Camila Maturana Kesten, indica que esas cifras corroboran que las mujeres están en riesgo de sufrir alguna forma de violencia en todos los ámbitos que se desenvuelven.
La IV Encuesta Nacional de Violencia contra la Mujer en el Ámbito Intrafamiliar y Otros Espacios, que se dio a conocer en 2020 reveló que 2 de cada 5 mujeres (41,4%) señalan que han sido víctimas de violencia alguna vez en su vida. “Esa encuesta mostró que las mujeres están en riesgo y sufren violencia en todos los ciclos de vida y en todos los ámbitos en los que se desenvuelven, en los trabajos, en la casa, en la calle y en establecimientos educacionales”, dice Maturana.
Ese miedo en los espacios públicos tiene un impacto considerable en la vida cotidiana. Diversos estudios muestran que, como consecuencia, las mujeres deben preferir permanecer en lugares cerrados y resguardados. Además, eso las lleva a evitar calles, parques, plazas, vehículos y áreas de transporte público, especialmente por las noches. Incluso influye a la hora de planificar hacer actividades físicas como correr o andar en bicicleta.
El año pasado el estudio Radiografía del acoso en Chile del Observatorio Contra el Acoso Chile (OCAC) señaló que todas las mujeres entre 18 y 26 años han sufrido alguna situación de acoso sexual callejero durante su vida (96,2%).
Para un hombre es más facil moverse solo por la ciudad. Caminar de madrugada. ¿Tiene miedo que lo acosen en la calle? ¿Tiene susto de ser víctima de una agresión sexual? Carolina Jiménez, presidenta de OCAC señala que desde la perspectiva histórica el espacio público siempre se ha entendido como más propiedad masculina: “Las ciudades son planificadas y pensadas para hombres y la ciudad en cuanto a infraestructura tampoco está pensada hacia las mujeres, porque hay problemas de iluminación, por ejemplo, que afectan su seguridad en general”.
Y si bien la cifra de victimización de delitos como robo con violencia e intimidación, robo por sorpresa, hurto y lesiones, es mayor en mujeres, si se considera la violencia sexual en el espacio público, indica Jiménez, sería mucho mayor. “Obviamente las mujeres al subir a un taxi no solo se sienten inseguras por la posibilidad de robos, sino que hagan comentarios inadecuados sobre su apariencia o que cambien la ruta”, señala.
Lamentablemente la violencia de género y en particular la violencia sexual, indica la abogada de Corporación Humanas, está muy enraizada en la cultura patriarcal y por mucho tiempo ha permanecido invisible incluso por las propias víctimas. “Algo que en las generaciones más jóvenes han puesto como tema en lo público y que partió por la preocupación de la violencia sexual en el ámbito estudiantil y la revolución feminista de 2018, que puso un tema tan grave como la violencia sexual y reveló que era transversal en las distintas instituciones, eso ha implicado conciencia en los riesgos, pero no cambios en medidas de prevención ni en las políticas públicas”.
No se ha avanzado en medidas concretas o políticas públicas, dice Jiménez. Se necesitan no solo campañas aisladas, como las que se realizó en Metro cuando se lanzó la Ley de Acoso Callejero, sino que sean más generalizadas para que “el público en general tome conciencia, por ejemplo, que un conductor de un taxi no puede comentar sobre la apariencia de una mujer, y desde instituciones y el gobierno, generar esas políticas públicas con una visión de género en la ciudad”.
La percepción de riesgo en determinados espacios públicos es altísima. “Todas las mujeres sabemos por experiencia propia o por la de otras mujeres que la calle es un espacio de violencia, en especial violencia sexual. Pero las casas, la familia, los lugares de trabajo, la pareja, los establecimientos educacionales, también, añade Maturana. “Lamentablemente las mujeres en una sociedad patriarcal sufren violencia en cualquier ámbito y estos estudios permiten adoptar políticas públicas adecuadas”.
“También sería importante trabajar en paralelo para generar conciencia en las policías para que se preocupen no solo de delitos contra la propiedad, sino también están este otro tipo de delito”, dice Jiménez.
Al mismo tiempo, así como se va la inseguridad en el espacio urbano, también es importante mirar la visión de inseguridad desde lo rural. “Que se implementen políticas desde lo urbano a lo rural, no sirve, hay que mirar las distintas violencias que viven las mujeres en lo rural. Por ejemplo, en ese espacio tenemos básicamente problemas de conectividad y eso implica muchas veces que una tiene que pararse en la vía publica a hacer dedo y eso es salir y arriesgarse para trasladarse en distancias extensas”.