A horas de su lanzamiento en FILSA, El Desconcierto reproduce la introducción escrita por el autor de “Presa en el Estadio”, Marco Ensignia, y el comentario de la directora de Corporación Humanas, Carolina Carrera.

Es un deber hacer circular estos testimonios, porque son invaluables para la construcción de memorias colectivas que aún permanecen subsumidas por la falta de evocación societal. El pasado represivo reciente es parte central del presente; cada cierto tiempo se hace evidente la pugna tenaz entre las memorias emblemáticas que se han construido en Chile: la que sostiene que nuestro país fue salvado por los militares de una dictadura comunista y la que postula que el bombardeo a La Moneda fue el inicio de una tragedia nacional, que no termina, que está en los cuerpos de los y las sobrevivientes del horror y en la falta de los cuerpos de los más de mil desaparecidos/as. Visibilizar la memoria de las víctimas es contribuir a su reparación, transformar la memoria en un proyecto de justicia es una manera de involucrar a muchos/as más en una convivencia basada en los derechos humanos, los que se violaron ayer, los que hay que defender hoy, los que habrá que conquistar mañana.

Inmediatamente después del golpe de Estado, el Estadio Nacional se convirtió en un campo de concentración, tortura y muerte. Se calcula que más de 12 mil personas fueron llevadas detenidas al recinto deportivo entre el 12 de septiembre y el 9 de noviembre de 1973. El estadio se convirtió de esta forma, en la cara visible de la masiva y sistemática represión emprendida contra las y los adherentes al gobierno de la Unidad Popular. En su interior, mujeres y hombres permanecieron en condiciones de hacinamiento y hambre, perplejidad y miedo. Afuera, cientos de personas, en su mayoría mujeres, se agolpaban para saber si sus familiares detenidas/os en diversos operativos habían ido o no a parar a este campo de concentración.

Las y los prisioneras/os que llegaban al Estadio Nacional en camiones y buses de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, por lo general con los ojos vendados y previamente torturadas/os, eran recibidas/os a culatazos y despojadas/os de sus pertenencias. Desorientadas/os y ultrajadas/os, eran conducidas/os a los camarines convertidos en celdas; los hombres a los del coliseo y las mujeres a los de la piscina olímpica.

El Estadio Nacional es un potente lugar de memoria que se convierte cada 11 de septiembre en un memorial; ex detenidos/ as, agrupaciones de familiares de víctimas y organizaciones de derechos humanos, junto a cada vez más colectivos diversos de las nuevas generaciones concurren al atardecer para realizar el ritual de encender cientos de velas en su frontis; es un núcleo convocante donde cristaliza la memoria de la tragedia.

En septiembre de 1973, las imágenes de los prisioneros en las graderías tomadas por reporteros extranjeros dieron la vuelta al mundo. No hay imágenes televisivas de las mujeres prisioneras y existen solo unas pocas fotografías de las detenidas. De acuerdo a los testimonios, se calcula que más de mil mujeres estuvieron allí en esos dos meses. Hacer circular la memoria de ellas es un deber que no se ha terminado de cumplir.

En efecto, la violencia de la que fueron objeto las mujeres ha sido poco relevada, en particular la violencia sexual, dado el marco de discriminación sociocultural y la dominación de género imperantes hasta hoy. El silencio de las propias mujeres por la magnitud del trauma o la intención de no deshonrar a sus familiares, el pudor de los propios defensores de derechos humanos que recogían sus testimonios en los momentos aciagos, y la consecuente construcción social de una víctima universal de la represión dictatorial, no han permitido que la memoria específica de las mujeres se exprese en todas sus dimensiones.

Se eligió contar estas historias mediante un relato en Twitter, donde una mujer habla en primera persona y en tiempo presente, para probar un dispositivo distinto de los usados hasta ahora para recordar y denunciar la represión, y porque la red social en cuestión, instantánea y vertiginosa, es una de las más usadas por las nuevas generaciones. Las y los jóvenes tienen derecho a saber lo que pasó, a informarse por distintas vías de las ignominias de que fueron objeto miles de personas, si se quiere cimentar las bases de un “Nunca Más” verdaderamente robusto.

El twitter @PresaEstadio alcanzó en los dos meses 3.359 seguidores/as, 1.200.000 personas visualizaron los mensajes, 67.800 visitaron el perfil, 5.700 consignaron un tweet como favorito y las frases de 140 caracteres fueron reproducidas 15.800 veces. Se abre así un espacio para la conversación virtual sobre cómo procesar el pasado dictatorial, y para muchas otras causas en defensa de los derechos humanos presentes y venideros.

Finalmente, es de la mayor importancia agradecer a las mujeres que decidieron valientemente testimoniar, así como a Corporación Humanas y a Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional por haber acogido esta idea, y a una veintena de amigos/as que aportaron generosamente parte de los recursos para la primera impresión de este libro.

Corporación Humanas y la construcción del relato

En su parte de la introducción, Carolina Carrera explica que “Presa en el Estadio busca recobrar las voces de mujeres que vivieron la detención en los primeros días de la dictadura, cuando el dolor y la incertidumbre comenzaron a marcar la vida de miles de chilenas. Durante muchos años la dimensión de género de la dictadura ha sido negada en aras de la universalización del horror. La universalidad encubre el parámetro masculino con el que se construyen las historias y memorias oficiales. No es solo que la dictadura impusiera un modelo único de ser mujer, en su identidad más tradicional, sino que además, castigó a aquellas que evocaban otras formas de serlo y a aquellas que se sumaron a las causas de sus seres queridos. Este relato se construye después de conversar con esas mujeres e indaga en sus experiencias para recobrar una historia común, aquella que cambia a Chile para siempre”.

“La violencia sexual que vivieron las mujeres presas en el Estadio Nacional y en casi todos los centros de detención y tortura contribuyó al re-disciplinamiento de todas nosotras. A la vez, hizo posible que esa experiencia totalizante activara la conciencia dormida para gritar “Democracia en el país y
en la casa”. Aún hay pendientes y Presa en el Estadio es una forma, desde la sociedad civil, desde el feminismo, y con mucho cariño, de reparar esa deuda”.

“Aunque María Julieta Gómez no existe, sus vivencias nos muestran parte de lo que más de mil mujeres vivieron en ese recinto. Con la Corporación Estadio Nacional-Memoria Nacional compartimos objetivos en la defensa y promoción de los derechos humanos, por lo que fue una gran experiencia trabajar esta idea con este sitio de conciencia. Utilizando el lenguaje de Twitter, Corporación Humanas rinde un homenaje a todas aquellas mujeres que fueron detenidas, torturadas, asesinadas o desaparecidas durante los 17 años que la dictadura cívico-militar gobernó Chile”.

Fuente: El Desconcierto