La violencia contra la mujer tiene su génesis en cómo está estructurada la sociedad, política y socialmente. Por ello, es casi imposible erradicarla y ocurren hechos tan horrorosos como los de Nabila Riffo y Carola Barría, que perdieron sus ojos por la actitud criminal de sus parejas
Hablar de violencia y machismo por estos días no es agradable sobre todo por los últimos hechos acaecidos en el país donde a raíz de tanta violencia contra la mujer el femicidio no para de ocurrir y aumentar dramáticamente las estadísticas. E n lo que va del año son 19 los femicidios. La violencia más visible contra la mujer es la que se da en la pareja y es la que está matándolas.
Nadie puede comprender tanta ira desatada contra una mujer al punto de sacarle los ojos como ocurrió con Carola Barría de Punta Arenas que a sus 33 años si bien no perdió la vida a manos de su ex pareja, Juan Ruiz Varas quedó ciega. El pobre infeliz se suicidó para no enfrentar a la justicia.
Nabila Riffo, seguramente jamás pensó en que su nombre sería conocido en el mundo producto de que fue brutalmente agredida por su pareja. Este irracional la golpeó sobre todo en el cráneo sin consideración y le reventó los globos oculares. Es decir, Nabilda, se ha quedado sin sus ojos y ha logrado sobrevivir hasta ahora, a pesar de toda la fuerza bruta de su victimario que fue detenido y niega las acusaciones en su contra.
Dos ejemplos tremendamente dolorosos cometidos por seres humanos. Hay otros que también es violencia contra la mujer y es el trato que le dan los hombres en general, las opiniones que vierten sobre ellas. Antes que sus conocimientos, habilidades o virtudes está primero si “es rica” y no es fulana de tal, es “la mina”. Mismos que convertidos en jefes no le pagan un sueldo acorde con su trabajo y además al varón que hace un trabajo igual le pagan mucho más.
Isapres discriminan
Las Isapres las discriminan y por estar en edad fértil, o sea, pueden tener hijos que es la misión más importante de la mujer, les cobran más caro el plan de salud.
La justicia sigue siendo ciega y actúa contra las mujeres. También se conoció el caso, en el norte del país en la ciudad de Ovalle, de unos jueces que dejaron en libertad -libre de culpa- al agresor de su esposa. Las razones de los señores jueces fue que la mujer le había sido infiel, entonces ¿se justificaba que le pagara? es la pregunta que se hace la gente que se confunde con un fallo semejante.
Las leyes -dicen- que las favorecen pero a la hora de los hechos concretos no es así. Ha quedado demostrado con la “nueva” Ley de Divorcio con la que los hombres siguen siendo favorecidos. A la hora del divorcio el hombre sigue poniendo el 50% de su sueldo para los hijos -no para la mujer que muchas veces trabaja y no necesita que la mantengan-mientras que ellas deben poner todo su sueldo, su tiempo, su vida al servicio de la familia que , en la mayoría de los casos fue abandonaba por el hombre. Los ejemplos son innumerables. ¿Puede alguien asegurar que el machismo se está acabando?
Una ONG sin violencia
Pensando en los problemas que presentan las parejas una vez que se casan, un grupo de personas crearon la ONG “Parejas sin violencia” y su primera campaña es “Para un pololeo sin violencia”, la que han tratado de llevar a distintos liceos y colegios en los que, efectivamente se ha detectado que las parejas se agreden física y verbalmente, pero siempre haya traba burocráticas que para que tengan acceso a los alumnos.
Mariana Madariaga está a la cabeza de esta institución y ratifica que el machismo “si tiene que ver con la cultura en la que estamos. Este paradigma patriarcal que en el fondo lo que hace, justamente es generar estas diferencias de desigualdad entre un hombre y una mujer y eso se tiene que acabar de una vez por todas”.
“Nos hemos dado cuenta que ya no sacamos nada con seguir tratando víctimas -que es lo que se hace-, que está bien porque se necesita tener un tratamiento para mujeres que son víctimas de violencia, pero no sacamos nada con eso si no logramos el cambio cultural y para eso tenemos que trabajar todos, no es solamente cargarle la mano al gobierno, al parlamento con las leyes -que son muy importantes por cierto- necesitamos estar todos unidos en esto” apunta Madariaga.
“Todos, realmente tenemos que luchar juntos, no hay otra manera y el cambio cultural lo hacemos trabajando en distintas áreas. Primero en las casas, las madres, las familias, no criar a los hijos con estereotipos de género, con esta diferencia de roles. Cosas tan básicas como por ejemplo, en los colegios que no hay esta división de sexo que existe, entre los colores de la niñita y los del niño. Entonces, partir con eso, hay que cambiar, hay que hacer prevención. Nosotros como ONG ( Parejas sin violencia)hacemos prevención, estamos en eso y tampoco es fácil” reclama la comunicadora.
“La violencia acá está muy marcada por lo que ocurre en las parejas, o sea, tenemos al menos un 78% de violencia contra la mujer, pero no es necesariamente el único tipo de violencia contra la mujer lo que pasa que es que es más visible esa. Es la que está matando mujeres en verdad. Ya lo vimos en el caso de Coyhaique, en Punta Arenas y casos tan terribles porque es femicidio frustrado, pero para nosotros es un femicidio, no podemos hacer la separación y la ley de femicidio no ve esto” opina.
“Entonces, nosotros estamos muy preocupados porque vemos que si bien se hacen campañas, programas de trabajo de algunos municipios no hay como una columna vertebral en verdad que indique que se está trabajando sobre todo en materia de prevención” critica .
“La prevención no es para ganar una elección porque no es a corto plazo, pero si sirve y hay que hacerlo porque estamos atrasados, según la ONU 80 años” replica.
Por último señala que “somos todo iguales y las mujeres no tenemos por qué seguir tolerando tanta violencia”.
Mujeres subordinadas
Camila Maturana, abogada de Corporación Humanas también concuerda en que el machismo tiene mucho que ver con la violencia contra la mujer. “La violencia contra la mujer es un continuo, que está presente en lo que se denomina el espacio privado, la casa, las relaciones de parejas, la familia y también en los espacios públicos y en todos estos ámbitos las mujeres somos víctima de violencia; casas, calles, trabajos, medios de transporte, medios de comunicación, establecimientos educacionales e incluso por agentes del Estado como la violencia sexual policial”.
Agrega: “Entonces, la expresión más extrema de esta violencia entre las mujeres que es un continuo, es el femicidio. No es un fenómeno aparte es la culminación de una escalada de violencia. Y, claramente en el caso de Nabila, que afortunadamente ha generado mucha preocupación en la ciudadanía, que crecientemente está reaccionando frente a la generalizada impunidad de la violencia. La ciudadanía se moviliza, demanda una respuesta a las autoridades del Estado, pero esta no llega”.
Para la abogada el caso de la mujer agredida en Coyhaique “pone de manifiesto otra dimensión de la violencia machista. Este continuo se sustenta en la estructura política y social que discrimina a las mujeres y en que las mujeres ocupamos un lugar de subordinación. Entonces, la violencia tiene un propósito que es mantener a las mujeres en el lugar de subordinación. Las mujeres son castigadas cuando intentan suvertir este lugar social de subordinación, cuando desafían la autoridad y la dominación machista son castigadas “.
“Este ataque a Nabila pone de manifiesto otra dimensión, que es el mensaje que los agresores envían a las mujeres, es decir somos violadas, quemadas, mutiladas, les sacan los ojos. Los cuerpos de las mujeres son marcados por los agresores y eso es porque ellos creen que son dueños de sus parejas y también como una forma de enviar un mensaje a las mujeres acerca de lo que les puede ocurrir y es un mensaje que genera temor”.
Los últimos femicidios frustrados son, a juicio de la abogada, una oportunidad. “La demanda de la ciudadanía por medidas que protejan a las mujeres es una oportunidad para las autoridades para implementar de una vez por todas una política pública de carácter integral, que pasa por conceptualizar la violencia como una violación a los derechos humanos, que no se limita solo a la violencia intrafamiliar sino que abarca el conjunto de violencia que afecta a las mujeres. Políticas que se orienten de verdad a la prevención y al cambio cultural y eso tiene que ver con la educación, pero también con la formación de los y las profesionales y la capacitación de los funcionarios públicos. Si eso no lo hacemos no podemos hablar de prevención”.
Las cifras hablan
En lo que va del año 2016 han ocurrido 19 femicidios. El doble de femicidios frustrados.
Estas cifras son solo una parte del problema a porque tampoco nos olvidemos que hay 140 mil denuncias de violencia intrafamiliar que recibe el Ministerio Público, de las cuales el 80 % corresponde a víctimas mujeres.
Aún con las limitaciones que tiene la legislación chilena que no da cuenta de las distintas expresiones de la violencia contra las mujeres y únicamente la limita a las violencia intrafamiliar. Igual se habla de 100 mil denuncias de mujeres cada año.
Los organismos que defienden a la mujer maltratada lamentan las cifras indican que la respuesta del aparato estatal “no ha sido suficiente en este caso”. Se necesita que las autoridades reaccionen no solo que rechacen los hechos “y adopten medidas urgentes para garantizar la protección de las mujeres y para avanzar en los cambios culturales que se requieren para garantizar el derecho de todas las mujeres a una vida libre de violencia”, precisó la abogada Camila Maturana.
“No todos los machistas son violentos”
Juan Flores, psicólogo Universidad Católica; PhD en Psicología Universidad de Chile; Psicoanalista Sociedad Chilena de Psicoanálisis-ICHPA; Presidente International Federation of Psychoanalytic Societies (IFPS); Director Magíster en Psicoanálisis, Universidad Adolfo Ibáñez respondió las consultas de Cambio21 sobre la violencia y el machismo.
– Desde el análisis psicológico, la violencia contra la mujer está vinculada al machismo
-Absolutamente. Especialmente en cuanto este discurso machista crea las condiciones de legitimidad para esa violencia. Еn la medida que este discurso se constituye como una ideología que rigidiza y naturaliza los roles de lo femenino y lo masculino otorga espacios para la manifestación de la agresión y la violencia contra la mujer.
– La violencia contra la mujer, de parte de un hombre, tiene raíces en su historia de vida
-El discurso patriarcal y machista crea las condiciones para que el maltrato o la violencia pueda expresarse. Sin embargo, es necesario que a esto se unan las historias particulares de los sujetos y a las formas en que cada caso fue constituyendo los ejes de su personalidad. No todo machista tendrá que ser necesariamente violento, al menos fisicamente.
– El machismo prevalece a todo nivel y en todos los estratos ¿Es muy difícil para los hombres aceptar que las mujeres pueden ser tan o más inteligentes que ellos, o que son capaces de salir adelante en lo que se propongan?
-El machismo tiene distintas intensidades y formas de expresión. Hoy no es “políticamente correcto” reconocerse en esa lógica, sin embargo eso no impide que las categorías diversas por las cuales se despliega esa visión inunden diferentes ámbitos. Eso aparece en las formas de concebir a la mujer, en la relaciones de poder, en la forma de enfrentarse a lo económico en la pareja, en la sexualidad, en la manera de asumir paternidades y/o maternidades, etc. Dicho en términos muy genéricos: tras un machista siempre hay una cierta angustia que se vincula a una masculinidad amenazada. Desde esa perspectiva, todo avance de las mujeres, podría ser sentido como amenazante, dependiendo del sujeto en particular y cómo éste lidia con su sexualidad.
– ¿Los chilenos en qué parada están? ¿Son muy celosos?
No creo que se pueda hablar de “los chilenos”. Los hay celosos y no celosos. Lo que tendríamos que discutir es si los celos son o no esperables y cuál es la medida de lo patológico en el temor de perder a manos de un tercero el amor de un otro. Lo que sí es claro, es que a veces los celos están unidos al control como una forma de no perder lo que se entiende como propiedad y en eso el discurso machista crea un relato que intenta legitimar ese control sobre la mujer, como si fuera una situación natural (propia de una naturaleza).
– ¿La violencia contra la mujer se arregla con leyes?
-No. Es necesario un desmontaje de la ideología legitimadora de esa violencia (discurso machista). Pero es evidente que la Ley establece un estatuto simbólico que crea marcos regulatorios materiales y físicos (ej: prisión) que contribuyen enormemente a invalidar y desligitimar ese discurso. Por ello el papel de la ley debe dar cuenta (para que nos sea letra muerta o un formalismo) del cambio de paradigma en la forma en que nos aproximamos a la sexualidad y sus caminos, el cual debe sostenerse en una perspectiva que afirme su construcción historizada y no un orden natural prefijado.
– ¿El machismo es irreversible?
No, porque se construyó históricamente. Por ello hay un trabajo y una lucha permanente en el campo de las ideas por como hegemonizar en la costrucción social y la cultura una noción que desconstruya esa visión machista. Sin embargo, eso no borrará la noción conflictiva que significa la diferencia sexual, lo cual supone la tolerancia a la diferencia y a la diversidad.
fuente: Cambio21