“El feminismo es una carrera de resistencia”, así definió Ana Lucía Herrera Aguirre esta ideología y movimiento político. El domingo 19 de abril, “Analu” – como la conocieron sus amigas, amigos y cercanos – murió producto de un cáncer y sus palabras ya hacen eco entre las feministas ecuatorianas y de toda América Latina que comparten esta eterna corrida.
Su reconocimiento se deja oír en distintas latitudes y desde la diversidad representada en el movimiento de mujeres y feministas de Latinoamérica. En estos días Ana Lucía Herrera es reconocida y homenajeada por las feministas del Sur, de Centroamérica; la recuerdan las feministas –putas, las transfeministas; las hijas, nietas y ñañas del feminismo autónomo. Todas, sin excepción, dicen extrañarla.
“Analu” fue feminista y activista de los derechos humanos de las mujeres, con estudios de Jurisprudencia de la Universidad Católica y de Sociología de la Universidad Central, ambas del Ecuador, con Especialización en Estudios del Desarrollo de la Universidad de Oslo. Lideró el proceso de diseño e implementación del Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género, como presidenta de este organismo público, impulsó el Proyecto de Ley de Igualdad entre Mujeres, Hombres y Personas de Diversa Condición Sexo – Género.
Férrea denunciante de la discriminación, subordinación y violencia que afecta a las mujeres, participó activamente en el Caucus de Mujeres por la Justicia de Género, velando por la incorporación de la violencia sexual como un crimen de condena mundial ante el Estatuto de Roma que creó y estableció la Corte Penal Internacional (CPI). Desde el Taller Comunicación Mujer, fue parte de campañas regionales para dar visibilidad a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) de las mujeres, liderando la organización del Tribunal Simbólico por los DESC, en Ecuador, en 2009.
Junto a otras feministas de América Latina, impulsó la creación de la Articulación Regional Feminista por la Justicia de Género y fundó Corporación Humanas en Ecuador; un espacio de reflexión feminista e incidencia política, par de Corporación Humanas en Chile y Colombia.
Oportuna en todos los debates sobre los derechos humanos de las mujeres, escribió “Los derechos de las mujeres en la mira” junto a su amiga, la feminista costarricense Roxana Arroyo, entre otras; participó en los debates sobre violencia sexual contra las mujeres; femicidio y su tipificación como delito en Ecuador. Las reseñas que se han escrito sobre ella, recuerdan su indignación ante el debate sobre aborto en su país: “¿Qué es sino una duda estructural de nuestras propias capacidades y de nuestra condición ética de mujeres, decir que no pasa el aborto en casos de violación porque las mujeres vamos a utilizar ese pretexto para abortar? … Siempre somos dudosas y somos dudosas ante el Presidente de la República y sus asesores, que consideran que cómo somos dudosas, vamos a utilizar ese pretexto (el de la violación) para abortar”.
En el blog Las Heroínas la despide, como lo que fue, una gran maratonista del feminismo, como ella nombró a esta “carrera”: el Ecuador, sus mujeres, la causa de los derechos pierde a una de sus más lúcidas, preparadas y apasionadas voces. El cáncer apagó su vida. No apagará su lucha, sus aportes, su inteligencia y preparación; el saberla un cuadro de los más preparados del movimiento feminista ecuatoriano. Nada apagará el indignado dolor de su corazón y bronca que sintió en estos últimos años de retrocesos y ataques a los derechos y avances conseguidos por el movimiento de mujeres, en décadas. Este país no sabe qué estirpe de luchadora, qué madera de mujeres acaba de dejarnos. Lo sabrá algún día.