Prácticas nocivas afectan a millones de mujeres y niñas en todo el mundo, revela el Estado Mundial de la Población 2020
- La edición 2020 del Estado Mundial de la Población, reporte bandera del Fondo de Población de Naciones Unidas, recuerda que prácticas nocivas como el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la preferencia por hijos varones continúan prevaleciendo en el mundo, y pueden agravarse en el contexto actual, retrasando los avances para disminuir la desigualdad.
- Aunque el mundo afronta la pandemia del coronavirus, que ha causado estragos sociales, económicos y ha cobrado miles de vidas, afectando la seguridad de niñas y mujeres, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) continúa defendiendo la salud y los derechos de las niñas y las mujeres en los países y comunidades en los que desarrolla su labor.
- Según el Estado Mundial de la Población, al menos 84 millones de niñas en el mundo siguen recibiendo el impacto de la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil, dos prácticas nocivas habituales.
- La práctica nociva de mayor impacto en América Latina y el Caribe, es el matrimonio infantil. Una de cada cuatro niñas se casa o establece unión informal antes de cumplir 18 años; en algunas partes de la región, la cifra es superior a una de cada tres (UNICEF, 2019)
La situación para las mujeres a nivel mundial es preocupante. Cálculos incluidos en el Estado Mundial de la Población revelan que el mundo tardará casi 100 años en paliar la disparidad general entre los géneros a escala mundial; la brecha de género con respecto a la participación en la economía es aún mayor, según el Foro Económico Mundial 2020: de continuar el ritmo actual se necesitarían 257 años para lograr una verdadera igualdad.
Prácticas nocivas como el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la preferencia por los hijos varones son analizadas en la edición de 2020 del Estado Mundial de la Población, un reporte que año tras año da a conocer los desarrollos y las tendencias de la población mundial y los desafíos que enfrenta. Sólo conociendo los riesgos de manera integral; pueden efectuarse acciones e inversiones eficaces para reducirlos.
Según explica el informe, en muchos casos estas prácticas nocivas son realizadas por padres, madres o miembros de las comunidades como una manera de alcanzar la aceptación social. En estos contextos, las prácticas se extienden. Algunas familias no conocen en profundidad los riesgos físicos y psicológicos que conllevan y que constituyen violaciones de los derechos humanos de mujeres, jóvenes, adolescentes y niñas. Más allá de tradiciones, culturas y religiones, las raíces de dichas prácticas están en las inequidades de género y la discriminación contra mujeres y niñas.
Prácticas nocivas, basadas en la discriminación a mujeres y niñas
Las prácticas nocivas se perpetúan a partir de la falta de empoderamiento de niñas, mujeres y adolescentes. Las niñas y mujeres a las que se les enseña a creer que sus cuerpos existen principalmente para el placer de los hombres o para ser controlados por ellos, usualmente no conocen cuáles son sus derechos. Al mismo tiempo, este tipo de prácticas profundizan la falta de empoderamiento y vulneración de sus derechos.
Las prácticas nocivas, según el Estado Mundial de la Población, tienden a ir de la mano del deterioro de factores como las diferencias económicas y los conflictos, además del aumento de las crisis relacionadas con el cambio climático.
Medidas de austeridad como las actuales pueden acarrear recortes en el gasto público destinado a servicios de salud y de otra índole, de los que dependen las comunidades pobres y, sobre todo, las mujeres con pocos recursos. Para 2021, unos 5.800 millones de personas residirán en países que han implantado planes de austeridad; en torno a 2.900 millones de ellas serán mujeres y niñas, el equivalente a casi tres cuartos de la población femenina en el ámbito mundial (Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, 2020).
Las percepciones de la gente frente al tema de género también frenan los avances, revela el Estado Mundial de la Población. Un estudio que abarcaba al 80% de la población mundial concluyó que el 90% de los hombres —y de las mujeres— tiene algún tipo de prejuicio contra las mujeres (PNUD, 2020).
Esas percepciones generalizadas están permitiendo que, a pesar de que prácticas nocivas como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil estén decayendo, es necesario que su tasa de prevalencia se reduzca rápidamente y de manera constante para evitar que se presente un aumento sin precedentes del número de mujeres y niñas que padecerán estas prácticas en los próximos decenios.
En este momento, al menos 84 millones de niñas en el mundo siguen recibiendo el impacto de la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil, dos prácticas nocivas habituales.
Preferencia por los hijos varones
El Estado Mundial de la Población describe la preferencia por los hijos varones como una de las tres prácticas nocivas en las que más se debe trabajar para su erradicación definitiva. Esta práctica ha provocado que el índice de población masculina y femenina estén desequilibrados. El hecho puede provocar un incremento del riesgo de violencia contra las mujeres, fomentar la trata de personas y agravar la situación de vulnerabilidad de las mujeres ante otros perjuicios (Kaur, 2013).
En el contexto mundial, la India presenta el mayor exceso de muertes femeninas: 13,5 fallecimientos por cada 1.000 nacimientos de mujeres. Ello apunta a que, aproximadamente, una de cada nueve defunciones de niñas menores de 5 años puede achacarse a la selección posnatal del sexo. Este mismo análisis indica que, en Afganistán, Bangladesh, Nepal y Pakistán, el exceso de mortalidad femenina supone casi el 3% de los decesos de niñas menores de 5 años.
Frente a esta práctica, en América Latina, al igual que en Asia Sudoriental, los progenitores tienden a atribuir el mismo valor a las hijas y los hijos, y a veces favorecen a las primeras (Das Gupta et al.,2003; Croll, 2000; Dube,1997)
Poner fin a la mutilación genital femenina
La mutilación genital femenina es una práctica nociva que se ejerce exclusivamente contra las mujeres y las niñas y vulnera sus derechos fundamentales —a la salud, la integridad física, la ausencia de discriminación y no sufrir un trato cruel o degradante.
Los instrumentos mundiales de derechos humanos condenan la mutilación genital femenina; no obstante, 4,1 millones de niñas y mujeres podrían verse sometidas a ella solo en 2020.
Alrededor de 200 millones de niñas y mujeres que viven actualmente han sufrido alguna forma de
mutilación genital en 31 países, padeciendo además la falta de apoyo y servicios que cubriesen sus necesidades de salud física y mental. La Organización de las Naciones Unidas se propone erradicar por completo esta práctica para 2030.
La mutilación genital femenina se concentra en el continente africano, pero también es frecuente en países como Iraq y Yemen, y en algunos países asiáticos como Indonesia, donde se calcula que el 49% de las niñas menores de 11 años han sido sometidas a esta práctica nociva. Factores como la migración inciden en el aumento de casos en el último decenio.
En América Latina se han dado algunos casos. En Colombia, están asociados a comunidades indígenas que heredaron esta práctica en tiempos de la colonia y como parte de los múltiples intercambios culturales presentes en este país.
Matrimonio infantil, una práctica nociva presente en todo el mundo
El matrimonio infantil está prohibido prácticamente en todo el mundo, pero cada día se producen
33.000 a escala mundial. Se calcula que, de las niñas y mujeres vivas en la actualidad, 650 millones se casaron siendo niñas y en 2030 estarán casadas otros 150 millones de niñas menores de 18 años.
De las prácticas nocivas que el UNFPA se ha comprometido a poner fin, el matrimonio infantil—que socava los derechos y el futuro de 12 millones de niñas cada año— es el que presenta una mayor prevalencia. Conseguir que en 2030 el número de matrimonios infantiles sea igual a cero es el objetivo establecido por el UNFPA y una prioridad de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas
En América Latina y el Caribe, el 86% de las mujeres que se habían casado o vivían en una unión libre antes de los 18 años habían tenido un hijo antes de los 20, en contraste con el 34% de las que se casaron después de haber cumplido 18 años (UNICEF, 2019b)
Factores que inciden en la desigualdad
A las presiones demográficas y el hecho de que no se han dado bastantes cambios se suma la situación desigual en cuanto a avances en materia de igualdad de género a escala global. En 57 países, solo el 55% de las mujeres entre 15 y 49 años casadas o en unión libre tiene el poder de tomar sus propias decisiones respecto a las relaciones sexuales y el uso de anticonceptivos y servicios de salud reproductiva (UNFPA, 2020).
Asimismo, en algunas regiones del mundo han aumentado las restricciones que afectan la salud y los derechos sexuales y reproductivos, o se ha limitado o eliminado la educación sexual integral en el ámbito escolar (Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, 2020).
Todavía hay más de 100 países en los que la ley impide que las mujeres ocupen determinados puestos de trabajo (Banco Mundial, 2018).
En paralelo, no se han realizado mayores esfuerzos por mitigar la influencia de las nuevas tecnologías que, si bien aportan muchas ventajas, han expuesto más a las mujeres y las niñas al riesgo de sufrir violencia y abusos (Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, 2020).
Según un informe publicado por UNFPA en abril de 2020, durante el próximo decenio podrían producirse 2 millones de casos de mutilación genital femenina evitables debido a la interrupción de los programas de prevención de dicha práctica en respuesta a la COVID-19. Igualmente, la COVID-19 socavará los esfuerzos para erradicar el matrimonio infantil, lo que podría dar lugar a 13 millones de matrimonios infantiles adicionales entre 2020 y 2030, que podrían haberse evitado.
La ruta para erradicar las prácticas nocivas
De acuerdo con el informe, se ha logrado progresar en la disminución de la tasa de incidencia de estas prácticas nocivas; sin embargo, debido al crecimiento de la población a nivel global, el número de niñas y adolescentes sometidas a ellas está realmente creciendo. Los acuerdos internacionales, resoluciones y leyes no han sido suficientes para terminar con las prácticas nocivas.
En noviembre de 2019,durante la Cumbre de Nairobi: “Adelantando la promesa”, representantes de 173 países se comprometieron a erradicar las prácticas nocivas para 2030. Este año comienza la “Década de Acción” para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible recogidos en la Agenda 2030.Una de sus metas, la 5.3, busca precisamente poner fin a todas las prácticas nocivas.
Para lograrlo, es necesario que el ritmo del progreso sea más rápido.
Las soluciones para erradicar las prácticas nocivas pueden variar de un país a otro, pero en todo caso deberán alinearse con las medidas para lograr el progreso en cuanto a la igualdad de género y los derechos de las mujeres desde el nivel familiar y comunitario, hasta las instituciones y la sociedad como un todo. En eso incide desde la aprobación de leyes que prohíban las prácticas nocivas, pasando por las acciones que mitiguen riesgos de que se lleven a cabo de manera clandestina, analizando los determinantes sociales y económicos, hasta garantizar los servicios de salud pública y educación.
La Secretaría General adjunta y directora ejecutiva del UNFPA, Natalia Kanem, alerta en el Estado Mundial de la Población que “para transformar la mentalidad y las normas sociales, el primer paso es informar a los progenitores acerca de las consecuencias que acarrea para sus hijas estas prácticas nocivas y sobre las ventajas para las familias y las comunidades que se derivan de que las niñas estén sanas, se fomente su autonomía y se respeten sus derechos.
“Tenemos claro que las actuaciones que equiparan la situación de las mujeres, los hombres, las niñas y los niños en todos los ámbitos de la vida contribuyen a modificar tradiciones perjudiciales muy arraigadas. Somos conscientes de que desmantelar los sistemas de propiedad y herencia por vía paterna puede ser también de ayuda a la hora de disolver la institución del matrimonio infantil. Sabemos lo que da resultado”.
Acceder al informe Estado de la Población Mundial 2020 – Contra mi voluntad: desafiar las prácticas que perjudican a las mujeres y niñas e impiden la igualdad