La democracia paritaria, la creación de un sistema nacional de cuidados y un catálogo de derechos de las mujeres hasta ahora obviados son algunos de los avances del texto.
Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural y ecológico. Se constituye como una República solidaria, su democracia es paritaria y reconoce como valores intrínsecos e irrenunciables la dignidad, la libertad, la igualdad sustantiva de los seres humanos y su relación indisoluble con la naturaleza”. Este es el primer artículo del borrador de la nueva Constitución de Chile y da muchas pistas de los cambios que se avecinan en el país en caso de aprobarse el texto, que aún se encuentra en la última fase de su proceso de redacción.
Durante diez meses, la Convención Constitucional, compuesta por 155 convencionales, hombres y mujeres en condición de paridad, ha escrito los 499 artículos que componen la nueva carta magna, que se someterá a un plebiscito ciudadano el 4 de septiembre. Comparado con el texto vigente hasta hoy, que fue escrito en 1980, en plena dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), y reformado de forma parcial en 2005, el borrador del nuevo articulado da un giro de 180 grados en materia de derechos fundamentales. Han tomado protagonismo los temas que concentraron las principales demandas del estallido social de 2019, como la salud, la educación y las pensiones, y también aquellos relacionados con varias de las demandas que el movimiento feminista ha reclamado durante años desde las calles.
Más de 40 artículos de la normativa que se está terminando de escribir aluden explícitamente al género y a temas hasta ahora ausentes. La propuesta constitucional, además, incorpora la perspectiva de género de forma transversal e interseccional: “La vida de las mujeres es visible en el entramado normativo global de la Constitución, no levanta una agenda específica sino que empapa todas las discusiones que ponen en el centro la vida”, resume la constituyente Alondra Carrillo, de 29 años, independiente y activista de la Coordinadora Feminista 8M. “Puede considerarse una nueva Constitución feminista y de ser aprobada contribuirá al debate y desarrollo del constitucionalismo en otros países y regiones”, dice Camila Maturana Kesten, abogada de la Corporación Humanas, dedicada a la defensa de los derechos humanos de las mujeres.
Paridad, cuidados y derechos
Un hecho inédito hasta ahora y que se ha dado gracias a la lucha por la paridad en la propia Convención Constitucional es que la norma establece que todos los poderes y organismos del Estado, incluso la policía y las Fuerzas Armadas, deben estar integrados por al menos un 50 por ciento de mujeres. “Esta será la primera Constitución en el mundo escrita por un órgano paritario y será también la primera en garantizar que nuestro lugar en la democracia nunca será menos que nuestro lugar en el mundo: al menos la mitad”, destaca Alondra Carrillo. Se trata de una paridad que no fija un límite a la presencia de mujeres y que reconoce la representación de personas trans y no binarias en todos los espacios de decisión.
La convencional de la coalición de izquierda Frente Amplio Constanza Schönhaut, de 33 años, destaca otros dos pilares que, según ella, sostienen esta Constitución: los derechos que garantizan autonomía sobre los proyectos de vida y el reconocimiento de los cuidados como trabajo. “Es una norma de suma relevancia porque reconoce que el trabajo doméstico y de cuidados produce valor y contempla la creación de un sistema nacional de cuidados; lo que sin duda es un avance muy significativo”, sostiene.
En el catálogo de derechos, el borrador incluye avances como los derechos sexuales y reproductivos –incluido el aborto, cuya aprobación fue rechazada en noviembre de 2021 por el Congreso –; el derecho a la educación sexual integral; a una vida libre de violencia de género; a cuidar y ser cuidada; a la identidad “en todas sus dimensiones y manifestaciones, incluyendo las características sexuales, identidades y expresiones de género, nombre y orientaciones sexoafectivas”; el reconocimiento de las familias “en sus diversas formas, expresiones y modos de vida”; y a la no discriminación por razones como la “orientación sexual o afectiva, identidad y expresión de género”. Se consagra también la justicia con perspectiva de género: “Se acaba con la falacia de que el derecho debe ser neutral y objetivo para así darnos cuenta de que existen realidades en las que las mujeres vivimos desigualdades concretas que deben ser consideradas por quienes juzgan”, señala Lieta Vivaldi, directora del Programa Género, Derecho y Justicia Social de la Universidad Alberto Hurtado. Para Erika Montencinos, coordinadora de la agrupación lésbica Rompiendo el Silencio, manifestar de forma explícita que se va a combatir la discriminación “es histórico y significa un reconocimiento real y una reparación” para los grupos que han sufrido la violencia.
La ciudadanía ha tenido un papel relevante en la concreción de varios de los derechos incorporados en la propuesta de Constitución. Organizaciones y personas a título individual presentaron sus iniciativas populares de norma para discutirse en la Convención. La Asamblea Permanente por la Legalización del Aborto logró recoger más de 38.000 firmas de apoyo para incluir los derechos sexuales y reproductivos en el debate constitucional: “En cuatro días reunimos la cantidad mínima de firmas, 15.000, que luego llegamos a triplicar porque se trata de un tema muy importante y que se convirtió en el primero en ingresar formalmente a la discusión del pleno y aprobarse”, explica Siomara Molina, integrante de la Asamblea.
El rol del feminismo
Hasta 1999 la palabra mujer(es) no aparecía en la Constitución chilena. Ese año se agregó la frase “hombres y mujeres son iguales ante la ley” y así permanece hasta hoy. El borrador de la que podría ser la futura carta magna, en cambio, habla de “mujeres, niñas, diversidades y disidencias sexogenéricas”, lo que se ha interpretado como un reconocimiento de los distintos sujetos y grupos sociales que constituyen la sociedad chilena. Para las expertas este cambio es fruto del liderazgo que lo movimientos sociales tuvieron durante la revuelta social de octubre de 2019 y que, precisamente, dio lugar al proceso constituyente. El perfil de la Convención, con una mayoría de integrantes jóvenes, sin militancia política y diversos hizo el resto.
Varias de las constituyentes proceden del movimiento feminista y han trabajado codo con codo con activistas para concretar sus demandas. “Ha habido convencionales feministas que han empujado ciertos principios de género para el nuevo texto y también ha sido importante la incidencia de las organizaciones sociales”, dice la coordinadora de ONU Mujeres Chile, María Inés Salamanca. Rompiendo el Silencio fue una de las entidades que presentó algunas de las propuestas que hoy son parte del borrador y su coordinadora subraya su papel en el proceso: “Fueron los movimientos sociales los que promovieron los cambios, los movimientos LGTBIQ+, las disidencias sexogenéricas, las lesbicofeministas en conjunto con las feministas”, dice Montecinos. “Hubo un rol protagónico de las feministas, que han sido las principales impulsoras de la agenda de género”, añade Salamanca.
Hacia el plebiscito de salida
El borrador de la nueva Constitución se encuentra ahora en la Comisión de Armonización, encargada de estructurar y dar coherencia al texto. Junto con las comisiones de Preámbulo y Normas Transitorias son parte de la última etapa del proceso de redacción del texto, cuya versión definitiva se entregará públicamente el próximo 4 de julio, cuando se cumplirá un año exacto de la creación de la Convención. A partir de entonces, la suerte del borrador quedará a manos de la ciudadanía.
Aunque en el referéndum de octubre de 2020 el 80 por ciento de los y las votantes apostaron por cambiar la carta magna, las expectativas en el proceso constituyente han ido apagándose con el pasar de los meses. Las encuestas pronostican un aumento del rechazo a la nueva propuesta y varios sondeos apuntan que la desaprobación podría superar el 50 por ciento de los votos y ganar el plebiscito de salida El ritmo frenético para cumplir los plazos, las polémicas entre convencionales de distintos sectores y la difusión de noticias falsas por parte de los grupos más conservadores han propiciado un aumento de la desconfianza en buena parte de la ciudadanía, que observa el proceso con distancia.
La campaña se prevé intensa. El país se juega la oportunidad de enterrar definitivamente la Constitución heredera de la dictadura a través de un proceso histórico, empujado desde la calle y con amplias garantías para las mujeres y disidencias. “Es una de las constituciones más avanzadas en materia de género, que ha sido escrita de forma paritaria por primera vez en el mundo y eso le da un contenido con perspectiva de género muy fuerte”, afirma Lieta Vivaldi. De aprobarse la propuesta, y a medida que se implementen las leyes que establece el articulado dice Alondra Carrillo, “se verán cambios en la fisonomía política de Chile y avances en los cambios sociales y culturales que devienen de la presencia de las mujeres, de nuestra voz”. Mientras, el llamado es a informarse y a participar de un proceso que las mujeres pueden convertir en histórico.