La idea de elaborar una nueva Constitución no es reciente, pero sin duda ha tomado fuerza y realidad durante los últimos dos meses a propósito del estallido social. El panorama se abre como una oportunidad para que la nueva Carta avance hacia una mayor equidad de género, por eso una serie de agrupaciones de mujeres y feministas han instalado la consigna “Nunca más sin nosotras”. Exigen que las mujeres seamos partícipes de la elaboración de una Constitución que consagre nuestros derechos de forma explícita y nos abra puertas a ocupar más cargos de poder.
La Constitución de Chile dice solamente una vez la palabra ‘mujer’, la que se introdujo en 1999, luego de una reforma constitucional que cambió la afirmación “los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos” por “las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos” en el artículo 1°, y agregó la frase “el hombre y la mujer son iguales ante la ley” en el número 2 del artículo 19°.
Aunque la Carta Fundamental lo dice, las prácticas y costumbres no siempre son tales. En Chile las mujeres ganan 29,5% menos que los hombres (INE, 2019), sus trabajos son más vulnerables y acceden menos a contratos de trabajo formales. Las pensiones promedio de las mujeres son 39,7% menores a las de los hombres (SP, 2018) y el Código Civil establece que las mujeres casadas en sociedad no pueden administrar con libertad sus bienes, ya que el marido es el “jefe de los bienes de la sociedad conyugal”.
Estas diferencias son las que la Constitución no considera y que el feminismo exige que se tomen en cuenta. “Existe una idea de que la Constitución debe ser neutra, pero cuando se pretende la neutralidad del derecho es cuando más se producen injusticias y discriminación. Se oculta algo que está sucediendo en la realidad, que es que hombres y mujeres no somos iguales ante la ley”, afirma Bárbara Sepúlveda, directora ejecutiva de Abogadas Feministas de Chile (Abofem).
Por todo esto nació la Asamblea Feminista Plurinacional, compuesta por mujeres, feministas autónomas y más de 30 organizaciones, entre ellas Abofem, Corporación Humanas, Observatorio de Género, Mesa Social por el Aborto, La Morada, Coordinadora Feminista 8 de Marzo y la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres. Su objetivo es instalar las demandas feministas en torno al movimiento social, especialmente en lo que respecta al equipo que generará la nueva Constitución. Lo mismo están trabajando otras organizaciones de mujeres como Comunidad Mujer, Laboratoria, Ocac y el Instituto de la Mujer. La primera y gran demanda de todas: que la nueva Carta Fundamental se origine en una convención constituyente paritaria, en la que la mitad de integrantes sean mujeres.
La paridad
La paridad integrativa es un mecanismo de corrección posterior en una elección cuya finalidad es asegurar resultados representativos de la sociedad, en este caso entre hombres y mujeres. Es diferente a las cuotas, que sirven para compensar las asimetrías en el proceso de elección y acceso a cargos de poder, pero que no siempre tienen resultados paritarios.
Lo que se está pidiendo desde el movimiento feminista es la paridad. Según datos de Comunidad Mujer, más de 7 mil personas han firmado para adherir a una declaración escrita por organizaciones de mujeres que exigen que el 50% de los escaños del nuevo órgano que elaborará la Constitución esté reservado para mujeres.
Quienes respaldan esta medida afirman que si la mitad de la población humana está compuesta por hombres y la otra mitad por mujeres, entonces una elección representativa debería mantener una distribución similar. Y esa distribución no se da de forma natural por la desigualdad de condiciones que existe entre ambos géneros. Entre otras cosas, las mujeres tienen menos recursos y menos redes políticas que los hombres, por lo tanto no habría una competencia justa al momento de candidatearse. Además, al lograrse una mejor representatividad de la sociedad, la paridad permitiría dar más legitimidad a la futura Constitución.
“En la sociedad las mujeres son más del 51%, lo que pedimos es que haya una integración de este porcentaje de la población en el órgano que va a redactar la Constitución que nos va a regir por las próximas tres o cuatro décadas. Las cuotas no aseguran un resultado paritario. No ha habido un cambio cultural que nos permita pensar que de verdad las mujeres pueden competir en igualdad de condiciones. Esta es una demanda justa, no estamos defendiendo la presencia de ningún grupo de intereses particular, sino de mujeres”, dice Alejandra Sepúlveda, directora ejecutiva de Comunidad Mujer.
Hay distintas formas de alcanzar la paridad. Según datos del Banco Mundial, el congreso con mayor participación femenina en el mundo es el de Ruanda, con un 61% de escaños ocupados por mujeres. ¿Cómo lo lograron? Se estableció un sistema en el cual la mitad de los escaños están reservados para una elección solamente entre mujeres, y por la otra mitad compiten hombres y mujeres. Una de las fórmulas más utilizadas a nivel internacional es la del caso de Argentina, que implementó un sistema de listas de candidaturas cerradas, con igualdad en el número de candidatos hombres y candidatas mujeres y con sus nombres intercalados por género. De esta forma, dependiendo del porcentaje de votación de cada lista esta tendrá derecho a cierta cantidad de escaños, que se repartirán entre los primeros nombres de su lista. Esta fórmula solo se podría aplicar en Chile si se hace un cambio al sistema electoral, tema que ya se descartó por la Comisión.
En este escenario, la alternativa más popular es realizar un mecanismo de corrección posterior, por el cual quienes obtengan los cupos en la Convención Constituyente sean las mujeres más votadas y los hombres más votados, asegurando un 50% de escaños para mujeres. A esto se podría sumar un cambio legal para mejorar las cuotas y que estas se apliquen de forma distrital y no nacional.
“Existe una idea de que la Constitución debe ser neutra, pero cuando se pretende la neutralidad del derecho es cuando más se producen injusticias y discriminación”. Bárbara Sepúlveda, Directora Ejecutiva de Abogadas Feministas de Chile.
Según datos de Comunidad Mujer, más de 7 mil personas han firmado para adherir a una declaración escrita por organizaciones de mujeres que exigen que el 50% de los
escaños del nuevo órgano que elaborará la Constitución esté ocupado por mujeres. Quienes respaldan esta medida afirman que si la mitad de la población humana está compuesta por hombres y la otra mitad por mujeres, entonces una elección representativa debería mantener una distribución similar. Y esa distribución no se da de forma natural por la desigualdad de condiciones que existe entre ambos géneros.
LA HISTORIA DE LA CONSTITUCIÓN QUE NOS RIGE
• La Constitución que rige actualmente en Chile fue creada durante la dictadura militar.
• La primera versión del texto fue elaborada por la Comisión Ortúzar, con una importante participación del fundador de la UDI, Jaime Guzmán. Ese documento pasó por supervisión del Consejo de Estado y la Junta Militar, quienes le introdujeron modificaciones.
• En el proceso participaron 50 personas, de las cuales solo 3 eran mujeres: Alicia Romo, integrante de Comisión Ortúzar; Adriana Olguín, representante de Colegios Profesionales en el Consejo de Estado, abogada y ministra de Justicia del gobierno de González Videla, y Mercedes Ezquerra, representante de organizaciones femeninas en el Consejo de Estado.
• El 11 de septiembre de 1980 fue aprobada en un plebiscito ciudadano que se realizó sin acceso de la oposición a medios de comunicación y sin registros electorales.
• En estos años la Constitución ha tenido una serie de reformas -es la más reformada de la historia de Chile- pero nunca se ha hecho una nueva Carta en democracia.
• Luego de un acuerdo firmado por representantes de distintos partidos políticos se estableció que en abril de 2020 se hará un plebiscito para que la ciudadanía manifieste si quiere o no una nueva Constitución.
• De quererla, se elegirá entre dos mecanismos:
Una convención constituyente formada 100% por nuevos representantes.
Una convención mixta formada 50% por parlamentarios y 50% por nuevos representantes.
MUJERES AL PODER
Entrevista a Miriam Henríquez, abogada constitucionalista feminista, doctora en Derecho, decana de Derecho de la UAH, consejera consultiva del área constitucional de la organización Asociación de Abogadas Feministas de Chile (Abofem) e integrante de la Asociación Chilena de Profesoras y Expertas en Derecho Público.
Desde el movimiento feminista se ha tildado de patriarcal la Constitución chilena, ¿qué opinas?
Y es que lo es, tanto la Constitución como probablemente todo el derecho. Las instituciones, el Estado y el ordenamiento jurídico no se han acomodado aún a las demandas del feminismo. Es un proceso, y creo que estamos recién en el inicio. El solo hecho de que hubo que levantar la voz para decir que las mujeres no estaban siendo consideradas en el debate constitucionalista da cuenta de que falta afianzar y generar conciencia.
¿En qué se evidencia el patriarcado dentro de la Constitución actual?
La Constitución no discrimina expresamente a ningún grupo, pero el hecho de no tener normas que diferencien los grupos hace que estos sean invisibilizados. Habla de forma abstracta de las personas, pero probablemente no se está refiriendo a los migrantes, tampoco a los indígenas, a las mujeres ni a los niños. En general está pensando en un hombre con determinadas características que no es representativo de toda la sociedad. Entonces no se considera la situación particular de las mujeres a propósito de ciertos derechos, que no están previstos en esta Constitución; por ejemplo, los derechos sexuales y reproductivos o la corresponsabilidad de cuidado en el hogar.
¿Qué temas te gustaría incluir en la nueva Constitución desde una perspectiva de género?
Mientras más derechos las mujeres puedan tener reconocidos de manera expresa y como sujetos diferenciados, mejor. Creo importante asegurar una norma que hable de la igualdad formal y sustantiva, que es la que se traduce en los hechos. Y que establezca el aseguramiento de ese derecho, no solo para el Estado, sino también para particulares. Definir la jerarquía de los tratados internacionales de derechos humanos. Aunque yo lo quisiera, no veo espacio ni voluntad política ahora para que se establezcan en la Constitución los derechos sexuales y reproductivos o el trabajo doméstico. Pero la disputa, más que con los derechos, tiene que ver con el poder. Si las mujeres logran acceder al poder como los hombres la consecuencia va a ser que sus derechos van a estar reconocidos y protegidos. Por eso establecería paridad de género en todos los órganos de representación colegiada. Es lo que seguramente buscaría instalar una Constitución feminista: una democracia paritaria, que es una nueva forma de entender el sistema político con la pretensión de enriquecer la democracia representativa posibilitando que las mujeres no solo sean representadas, sino también elegidas para incidir y decidir en los temas de Estado.
¿Cuál debería ser el mecanismo para crear una nueva Constitución con perspectiva de género?
Las mujeres tienen que estar en todas las etapas del proceso constituyente. En la comisión técnica, que ya se formó, de 14 personas hay solo 5 mujeres.
Y debería haber paridad de género. Es ahí donde más se juega la posibilidad de que el contenido de la nueva Constitución sea realmente legítimo y recoja los intereses y necesidades de las mujeres.
Que una Constitución sea feminista, además de establecer los derechos de las mujeres, ¿qué implica?
Es muy probable que una Constitución con esa perspectiva tenga mayor empatía con aquellos grupos que han sido históricamente discriminados, como las disidencias sexuales. Que haya una mayor protección del medioambiente. Que se consagren nuevas instituciones. Por ejemplo, en establecer defensor de los derechos de las personas, una institución que en Chile no está prevista. Quien está dispuesto a pensar en una Constitución con esas perspectivas tiene una disposición a pensar en temas que sean más novedosos, como nuevos derechos, nuevos órganos, nuevos titulares de derecho: pueblos indígenas, mujeres, la naturaleza. Es otro paradigma.