Por Constanza Schönhaut, abogada de Corporación Humanas.
Por primera vez en la historia de Chile, como ciudadanos y ciudadanas podemos ser parte activa de un proceso constituyente. Es la primera vez en Chile que como mujeres tenemos la oportunidad de ser constituyentes, de contribuir materialmente a una nueva constitución con principios feministas, democráticos y basada en Derechos Humanos.
La primera labor para llegar a una nueva constitución democrática, es consultarle a la ciudadanía. Preguntarle si es que quiere cambiar la Constitución y a través de qué mecanismo quiere hacerlo. La legitimidad de origen del mecanismo constituyente es fundamental para el proceso y el resultado de éste. Por eso, es fundamental un plebiscito constituyente nacional y vinculante.
Como es de esperarse, la Constitución actual no permite ni plebiscitos ni Asambleas Constituyentes. Por ello, el camino para que Chile decida requiere de una modificación de la Constitución actual para habilitar estos dos mecanismos. Más allá de los números y tecnicismos, lo relevante es que para que sean posibles un plebiscito y una Asamblea Constituyente, se requiere no solo los votos de la actual oposición sino también de los diputados y senadores del oficialismo.
Se ha dicho que el quórum de ⅔ nos perjudica. La verdad es que cuando partimos de una hoja en blanco para escribir la constitución, es distinto a si se estuviera reformando el texto actual en el congreso. Este quórum es también una oportunidad para evitar acuerdos conservadores y patriarcales que quieran imponerse como una mayoría sobre nosotras. En cualquier caso, pensemos en grande, trabajemos por una alianza social y feminista de ⅔ que nos permita una posición favorable en el proceso constituyente.
Ahora bien, durante los próximos meses seguirán afinándose las reglas del juego de la instancia constituyente, y en esto como mujeres y feministas tenemos una segunda labor. Debemos exigir reformas a la legislación actual para que haya paridad de género en la integración de la AC, para que hayan cupos reservados a pueblos originarios y tribales, para que podamos postularnos no solo a través de los partidos políticos, sino desde nuestras propias organizaciones. Nuestra Asamblea Constituyente no puede terminar siendo una réplica del congreso actual.
Finalmente, después de 9 o 12 meses, deberemos ratificar en un plebiscito de salida la propuesta emanada de la instancia constituyente. Ahí nos jugaremos el último ejercicio de legitimidad democrática de la nueva constitución, abriendo paso definitivo a un nuevo ciclo histórico de nuestro país. Debemos trabajar para que esa sea también nuestra constitución.
Hoy desde las calles se ha abierto camino hacia un nuevo Chile, de nosotras depende cómo transitarlo para que sea feminista. Nunca más sin nosotras.