Señor Director:

En mi artículo anterior les respondí a cuatro psiquiatras, ayer se sumaron cinco más. Afortunadamente, la validez de un argumento científico no mejora con el número de firmas, sino que con la autoridad de los argumentos presentados.

La comunicación reportada por Mika Gissler, de Finlandia, concluye explícitamente que no es posible establecer una causalidad directa y exclusiva entre el aborto y el suicidio, sin considerar la psicopatología previa al aborto. El mismo grupo reporta en otro estudio tres veces más suicidios en adolescentes posparto que en sus controles sin embarazo y llega a la misma conclusión.

Las complicaciones mentales postaborto y posparto, sobre todo en adolescentes, están en directa relación con las condiciones psicológicas previas al embarazo, la condición económica, social y el nivel de aislamiento familiar y de pareja. Eso genera o agrava patologías mentales y aumenta la chance de suicidio tanto posparto como postaborto.

La estrategia sanitaria no consiste en penalizar el aborto. La solución está en generar políticas públicas que ayuden a mujeres embarazadas con riesgo de vida, producto de violación, o llevando fetos con malformaciones severas a resolver su drama, ya sea continuando el embarazo, aminorando los efectos psiquiátricos posparto, o ayudarlas a abortar con el menor efecto psicológico posible. Acompañándolas sin juzgarlas, reinsertarlas con sus familias, en sus colegios y en su comunidad.

Para aquellos que les interese el tema, les sugiero leer un reporte muy completo de la OMS, “Mental Health Aspects of Women’s Reproductive health”, que se puede bajar libremente de internet.

Dr. Fernando Zegers Hochschild
Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana Universidad Diego Portales

Fuente: El Mercurio