Terminar con la violencia sexual al interior de las universidades y con las estructura machista presente en ellas, era el reclamo de las estudiantes. Demanda que hizo eco en otros espacios de la sociedad, para develar, dicen expertas, que la violencia hacia la mujer es transversal. Un movimiento que tuvo como fecha ícono el 16 de mayo cuando se convocó a una multitudinaria marcha por “una educación no sexista”.


Por Paulina Sepúlveda

Fue un clamor que se inició en las universidades. Un movimiento que partió tímidamente en abril, que luego se masificó y explotó en mayo de 2018. Fue el momento en que las reivindicaciones feministas dejaron de ser teorías e inundan no solo las calles, sino también las redes sociales, los medios de comunicaciones y el debate público.

Los casos de acoso y abuso sexual en universidades chilenas que se silenciaron por décadas, salieron a la luz. Y no fueron las instituciones las que iniciaron el proceso, sino las mismas estudiantes quienes pedían el cambio.

Partió en abril la Facultad de Humanidades de la U. Austral de Valdivia. Se iniciaban así “las tomas feministas”. A esa primera acción se plegaron otras universidades. Se sumaron más de 15 casas de estudio con 30 facultades en todo el país. Todas coincidían en rechazar la discriminación respecto a sus pares hombres. Denunciaron además que no contaban con protección frente al acoso sexual y criticaban la educación sexista, tanto en currículos como en el aula.

Un movimiento que tuvo una de sus máximas expresiones el miércoles 16 de mayo de 2018, cuando se congregaron miles de personas en todo el país en una masiva marcha convocada por las organizaciones estudiantiles, denominada “por una educación no sexista”.

LA MARCHA DEL 16 DE DE MAYO.

Sólo en Santiago fueron más de 150 mil personas, indicaron organizadores, las que se reunieron para manifestar el rechazo a la violencia en las universidades, en contra del acoso en las salas de clases y una educación no sexista. Peticiones que también se replicaba en otros espacios.

Acciones que incluso se repitieron en instituciones alejadas tradicionalmente de esos movimientos, como la Universidad Católica, donde el 25 de mayo de 2018 estudiantes se tomaron las dependencias de la Casa Central. “Queremos terminar con la violencia sexual al interior de las universidades, queremos terminar con las estructura machista que se está replicando al interior de esta institución, por eso estamos acá”, señalaba a los medios una de las voceras de la toma, Daniela Pinto.

TOMA FEMINISTA DE CASA CENTRAL DE LA U. CATÓLICA.

En ese momento especialistas coincidieron en que un movimiento de género tan fuerte, no se apreciaba en Chile desde las peticiones sociales de los 80. Hablar entonces de “ola” feminista, no era exageración. Se hizo frecuente escuchar términos como feminismo, equidad de género, sexismo y educación no sexista.

Educación no sexista

Se inició en las universidades y ese fue el espacio en que tuvo mayor relevancia. En ellas, los cambios fueron principalmente de carácter normativo con creaciones de protocolos, reglamentos, oficinas de género, ejemplifica Mónica Peña, psicóloga de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales “En algunos casos se potenciaron programas académicos de género y/o feministas que van a formar personas en el área, lo que a la larga ayudará a cambios al largo plazo”.

A un año, si se habla de legado, es importante resaltar la mayor visibilización a nivel masivo de la violencia de género en contra de las mujeres que se logró gracias a las tomas, indica Constanza Valdés, licenciada en derecho y consultora en materia de identidad de género.

MARCHA ESTUDIANTIL POR UNA EDUCACIÓN NO SEXISTA. FOTO: MARIO TÉLLEZ / LA TERCERA

Visibilización que además, incluyó a mujeres lesbianas, bisexuales y trans, dice Valdés. “Si bien uno de los primeros hitos de Mayo Feminista fueron las tomas de distintas facultades y universidades para denunciar situaciones de acoso y abuso sexual por parte de estudiantes y profesores, esto solo fue una de las tantas aristas en torno a la constante violencia, abusos y acosos que sufren las mujeres en todos los ámbitos de la vida cotidiana”, señala.

En un año lo que podemos ver es un tremendo avance, dice Lorena Friesabogada de Corporación Humanas, que “si bien no es todo el avance que uno quisiera, pero por lo menos ya hay un cierto compromiso de las casas de estudio de Chile por la igualdad de género“.

Otro elemento destacado dentro de las universidades, señala Peña, fue la participación de los distintos estamentos de mujeres, desde estudiantes, funcionarias y académicas, lo cual fue fundamental para empujar esos cambios institucionales. “Aún así, temas más estructurales como la paridad en cargos de autoridad o en sueldos, que han sido un tema mucho más lento de abordar. Me parece que todavía los hombres en cargos de poder lo ven como un tema a cambiar en el futuro y no como algo urgente”.

MANIFESTACIÓN DE ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO. FOTO: ATON

Fue un cambio importante que creó mayor conciencia sobre el tema, agrega Ana Luisa Muñoz, académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica. Previamente, muchas mujeres tenían muy poca historicidad de los derechos y luchas de los movimientos feministas en el pasado. Antes de 2018, existía cierta apatía y algún escepticismo sobre lo que significa ser y vivir una vida feminista, dice Muñoz, “y muy poco reconocimiento de que varios los derechos que hoy tenemos, como la educación y el voto, por mencionar dos ejemplos, han sido parte de las luchas de mujeres feministas. Creo que hay mayor consciencia del daño que ha provocado, tanto a mujeres y hombres, la sociedad patriarcal en la que vivimos”.

El impacto del denominado “mayo feminista” fue relevante, pero no se debe dejar de considerar que el movimiento feminista lleva una larga historia, detalla Alondra Carrillo, vocera de la Coordinadora 8M. “Una historia plagada de herencias que constituyen un legado múltiple que hace posible que este exista, tenga fuerza y se desarrolle”, sostiene.

En ese sentido, dice Carrillo, es importante visualizar que el feminismo ha estado presente en momentos cruciales: “a principios de siglo con las luchas obreras en la pampa; hacia los años 30 y 40 en la lucha por la emancipación integral de las mujeres, incluida ahí la lucha por el voto, entre un abanico amplio de reivindicaciones que incluía el aborto, la emancipación económica, entre otras; durante los años 80 en las luchas contra la dictadura. De uno u otro modo, todos esos legados están presentes hoy; incluso, a nivel más reciente, el legado que para el mayo feminista tuvo el Primer Congreso por una Educación No Sexista realizado el 2014, y el proceso en curso de denuncias de violencia en los espacios estudiantiles”.

CARTELES EN LA MARCHA ESTUDIANTIL POR UNA EDUCACIÓN NO SEXISTA. FOTO: MARIO TÉLLEZ.

Y ese impacto cultural es evidente, destaca Fries. Ejemplo de ello, es que hoy se escucha a los jóvenes en las universidades a los hablando de la necesidad de reconstruirse, “cosa que la gente de mi generación ni en sueños dice”, reconoce Lorena Fries.

Por otro lado, se ve mucha conciencia las estudiantes de no aceptar ningún tipo de desventaja o acoso en las calles, agrega la abogada de Corporación Humanas. “También hay una cierta tendencia de identidad con el concepto del feminismo, que va más allá de los pequeños grupos que éramos hace años atrás, hoy es más bien visto reconocerse como feminista, lo que también produce un impacto cultural fuerte de apertura de lo que eso significa en el Chile de hoy, algo que antes no ocurría, hoy día es un valor ser feminista“.

Se ha avanzado en entender que el feminismo es para todos, “y nos aporta a todas, todos y todes”, dice Muñoz. Hay mayor consciencia. “Yo me sorprendo con detalles y comentarios que veo en mis estudiantes y que me hacen pensar en esas pequeñas consciencias que se han instalado fuertemente a partir del movimiento feminista y que modifican comportamientos”, agrega.

Más allá del espacio de las universidades, Fries destaca, que actualmente hay mucho más cuidado en las nominaciones de cargos público,  “que en la foto no aparezcan solo hombres“, cosas que se van instalando y se va generando sentido común. “A muchas nos parece muy raro en que todas las autoridades sean hombres. También hay sectores que ya plantean que no asisten a seminarios donde no haya una distribución equitativa en los paneles”.

Por otro lado, resalta Muñoz, un gran legado de este movimiento feminista es la esperanza. “Creo que es una generación que sueña y eso me emociona. El 8M pasado estaba emocionada hasta las lágrimas, vi muchas mujeres abrazándose y eso me hizo pensar en el sueño de la sororidad, en sentir que no estás sola. Que ya no te vives el sexismo de manera aislada, al lado tuyo hay alguien que entiende la incomodidad que muchas veces sentimos las mujeres en los espacios familiares, sociales o de trabajo producto de la sociedad sexista en la que vivimos. Y eso es súper esperanzador”.

EL CARÁCTER PACÍFICO DE LA MANIFESTACIÓN DEL 8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER, FUE DESTACADO DE MANERA TRANSVERSAL.

En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, el país fue testigo de la que fue calificada como una histórica movilización: más de 400 mil asistentes sólo en Santiago y 800 mil a nivel nacional.

LA COLUMNA DE MANIFESTANTES LLEGÓ A OCUPAR CUATRO KILÓMETROS DE CALLES EN EL CENTRO DE SANTIAGO. EN LA FOTO, LAS INMEDIACIONES DE LA PLAZA ITALIA COLMADA DE PERSONAS. FOTO: PATRICIO FUENTES

Pendientes

¿Qué falta ahora para el movimiento feminista?Seguir trabajando en los campos académicos y de representación política en las universidades, responde Peña. “Como la mayoría de las universidades chilenas no son democráticas, queda mucho por hacer y las feministas tenemos harto que decir en este respecto”.

Hay un paso ganado con la conformación de oficinas de género que tramiten abusos, detecten brechas laborales y colaboren en pensar el currículo con perspectiva de género, señala Peña, “pero tenemos que ir más allá. Necesitamos repensar las formas en que se gobiernan nuestras instituciones para generar mayor representación y participación para lograr verdaderos cambios estructurales“.

Y  si bien los avances formales en materia de protocolos, aprobaciones de algunos proyectos de ley son reales, dice Valdés, es  indispensable el cambio de conciencia y la implementación de una educación no sexista para de avanzar en una sociedad mucho más equitativa. “De nada sirve si aprobamos leyes para ampliar el delito de femicidio, para sancionar la violencia integral, entre otras, si el día de mañana seguirán ocurriendo femicidios. Ya son más de 17 femicidios en lo que va del año”, indica.

En tiempos con poco espacio para la reflexión el gran desafío que enfrenta el movimiento feminista es detenerse, dice Muñoz, reflexionar con herramientas que los movimientos de feministas anteriores han construido y hacerse las preguntas necesarias. “Y esas preguntas pueden fluctuar desde qué cambios quieren que los hacedores de políticas implementen en los diferentes segmentos e instituciones hasta de que manera podemos aportar a la sostenibilidad ambiental desde una mirada feminista, pasando por las demandas a una educación no sexista, aspecto ampliamente discutido, y llegar a reflexionar profundamente los alcances incluso del modelo económico en el que nos desenvolvemos. Hay mucho trabajo, es gigante lo que es posible de soñar como desafío”.

MARCHA EDUCACIÓN NO SEXISTA, MAYO 2018.

Hay un gran pendiente en Chile que tiene que ver con valorar económicamente el trabajo de cuidado y crianza, agrega la abogada de Humanas. “Saber qué aporte del PIB es ese trabajo que realizan las mujeres, porque es eso lo que hay que lograr desarticular en términos de que sea solo la mujer sea la que asuma las responsabilidades del hogar, eso las limita en su participación laboral y finalmente también respecto a los tiempos que tiene para desarrollarse a sí misma“.

En ese sentido, dice la vocera de la Coordinadora 8M, se debe seguir profundizando en el programa construido. “Dándole cabida a más y más de la experiencia cotidiana de las mujeres en nuestro país que le da cuerpo y sentido al movimiento feminista. Estamos recién ad portas, al inicio de un proceso largo. Se trata de un proceso de transformación social profunda, que solo podemos hacer juntas, fortaleciendo nuestra organización, nuestras redes y nuestra capacidad de dar respuesta a los avances en la precarización y violencia que atraviesan nuestras vidas”.

Publica por QuePasa