Según un informe reciente realizado por ONU Mujeres, la violencia de género se ha agudizado de manera notoria en Latinoamérica desde que empezó la pandemia. Con las medidas de confinamiento, ha habido un alza a nivel regional en las denuncias efectivas y las consultas a las líneas telefónicas de ayuda. En Chile, aunque las denuncias no hayan subido en relación al mismo periodo de tiempo del 2019, las llamadas al 1455 –fono de orientación y ayuda del SERNAMEG– han aumentado en más de un 70%. Junto a esto, también han aumentado los casos de violencia que se han presenciado por Zoom y otras plataformas en las que hemos depositado nuestra cotidianidad en tiempos de pandemia.

No ha sido inusual asistir a una reunión, clase o conferencia y que a una colega o compañera se le quede prendido el micrófono, permitiéndole al resto acceder a su intimidad y presenciar, aunque de manera remota, una escena de violencia y abuso. Así lo han relatado profesores, académicos y distintas organizaciones que, enfrentados a esta situación, no siempre han sabido cómo reaccionar. Los especialistas concuerdan en que lo más urgente es lograr entregarle a la víctima las herramientas para que ella misma pueda hacer la denuncia. Pero esto no siempre es fácil. Si hemos sido testigos de una agresión o hecho de violencia de género, ¿cómo podemos ayudar y a qué debemos recurrir?

Como explica la abogada de Corporación Humanas, Constanza Schonhaut, muchas veces los casos que se evidencian a través de plataformas de comunicación virtual pueden incluso ser un llamado de ayuda implícito por parte de la víctima, por lo que siempre hay que mantenerse alerta. Así como está pasando en el espectro virtual, además, puede estar pasando en nuestro barrio, en la calle y en las redes sociales. Y en Chile, la violencia intrafamiliar se define como todo tipo de maltrato que afecte la vida y la integridad física o psíquica de una persona cometida por un miembro de la familia contra otro. Se trata, como explica Schonhaut, de lo más cercano que tenemos a una regulación de la violencia machista al interior de la esfera privada. Y en ese sentido, la denuncia la puede realizar en Fiscalía, Carabineros, PDI y Tribunales de Familia tanto la víctima como un testigo.

“Ante esta situación es importante saber que cualquier persona que tome conocimiento de un caso de violencia puede hacer la denuncia. Pero es relevante involucrar a la víctima en esa decisión, no se puede hacer sin su consentimiento. Por lo que quizás el primer paso es más bien tratar de acercarse a ella y a su entorno, preguntarle cómo está, escucharla sin prejuicios y ayudarla a reconocer sus propias emociones. Luego de eso, plantearle los riesgos que conlleva la agresión y el abuso y explicarle que tiende a ser de carácter ascendente. La mayoría de las veces no se trata de un hecho aislado y solamente empeora”, explica.

Según Schonhaut, y en esto todas las especialistas en género parecieran estar de acuerdo, la denuncia es relevante, pero es principalmente importante poder colaborar en la creación o identificación de la red de apoyo de aquella mujer cuyos derechos están siendo vulnerados. “Muchas veces las víctimas deciden no denunciar porque no confían en la institucionalidad o porque no tienen un lugar a dónde ir y temen quedarse solas. Ahí, como sociedad y posibles integrantes de la red de apoyo, es importante poder cumplir ese rol y ayudarla a concientizar respecto a la violencia de género y al hecho que hay conductas que pudiesen estar naturalizadas –como que le revisen el celular y le hagan escenas de celos– pero que por ningún motivo son normales”. En ese sentido, como postula la especialista, es de suma importancia que se puedan articular redes y que entre las mujeres se puedan conversar estos temas, para que todas sientan que cuentan con la posibilidad de hacerlo. “Porque, además, la justicia feminista opera desde la lógica que si una alza la voz, todas nos sentimos interpeladas y más capaces de alzar la voz”.

Por su lado, la socióloga del Observatorio de Género y Equidad, Tatiana Hernández, explica que en lo concreto, esto se debiese abordar antes o después de cada clase, charla o reunión –laboral o académica– que tenga lugar durante los meses de pandemia. “Cuando presenciamos un hecho de violencia en cualquier plataforma, no podemos hacer como si no pasó nada. Siempre hay que acoger e irrumpir dejando claro que esto no es normal y no puede quedar impune. Hay que entender que la violencia hacia la mujer nos afecta a todas: es un daño que tiene un impacto en aquella mujer vulnerada pero también en la sociedad en conjunto, a propósito de las repercusiones que tiene el naturalizar ese hecho”, explica.

Por eso, Hernández es enfática al plantear que es necesario informar que ha habido una agudización de la violencia de género durante la pandemia y que frente a eso las mujeres o sus terceros significativos pueden acudir a la institucionalidad –ya sea llamando al 1455 o al WhatsApp del Ministerio de la Mujer y del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género– o a las organizaciones de mujeres y feministas, tales como la Coordinadora Feminista 8M, quien desde abril, y junto a otras organizaciones civiles, lanzó la campaña contra la violencia machista en cuarentena, En Red Nos Cuidamos(www.cf8m.cl)

Una de cada tres mujeres está experimentando o ha experimentado violencia en algún minuto de su vida. Por eso, Hernández parte todos sus clases hablándole a sus alumnos respecto de la violencia de género y cómo ha aumentado en estos meses. “Me parece que tendría que ser parte de cualquier inicio de charla o curso, así de radical. Muchas de ellas pueden estar experimentando violencia o conocen a alguien y pueden ser terceros significativos para abordar el tema”. Se trata, como explica la especialista, de decisiones que debiesen ser organizacionales, y que no dependan únicamente de la voluntad de cada coordinador de dicha actividad. “Todos aquellos que están haciendo clases debiesen contar con un manual –tipo protocolo de atención– que les permita entregar información, y que los oriente en materia de cómo abordar y cómo derivar a esa persona para ayudarla. O, por ejemplo, que al final de cada presentación PowerPoint haya información respecto a qué se puede hacer en estos casos, cómo intervenir y a qué organizaciones recurrir”.

Asimismo, la psicóloga clínica y forense especialista en género y académica de la Universidad Diego Portales, Guila Sosman, señala que los testigos no deben ser pasivos frente a estas situaciones. “No hay que pensar que porque estas situaciones se dan en el ámbito privado, lo son. Pasan a ser del ámbito público en la medida que se trata de delitos y en la medida que hay una persona que está en posible riesgo vital o de daño físico y psicológico. Todas tenemos que estar atentas y cuidarnos”.

En ese sentido, si bien sostiene que la denuncia es importante, lo primordial es acercarse a la víctima. “Si no se tiene mucha confianza, hay que acercarse de manera paulatina, explicar que una fue testigo y contactar a la persona con su red cercana. En general son mujeres que están muy aisladas –porque así opera el agresor, devaluando y descalificando a la víctima– pero quizás hay una amiga o una mamá. Si no, ofrecerles acompañamiento y estar ahí”.

Se trata, según Sosman, de pasos similares a los que se tomarían en una intervención de crisis: escuchar, acompañar hasta que la persona vulnerada esté más tranquila, ayudarla a dimensionar el problema y ayudarla a identificar sus propias herramientas y redes de apoyo. “Esto es clave porque de esta forma también se pueden definir soluciones a corto plazo. Es muy importante empoderarla y para hacerlo hay que lograr que ella vea de qué manera ha logrado sobrellevar otros problemas en el pasado, para que identifique y recoja sus recursos y experiencias previas. Por otro lado, decirle que vamos a estar ahí y quedarnos monitoreando”.

También es importante, según explica la especialista, que nosotras como testigos entendamos que a la persona vulnerada le resulte difícil ver cuáles son sus recursos, porque es probable que crea el discurso de su agresor. Si está en riesgo vital, es fundamental recurrir a casas de acogida y hacer la denuncia. Además de recurrir a organizaciones o fundaciones que presten asesoría legal o acompañamiento psicológico.

Como dice la abogada y Presidenta de Corporación Humanas, Lorena Fries, “lo que hay que hacer es configurar la voluntad de la mujer para que ella misma llegue al punto de denuncia. Esto es un proceso que se hace con acercamiento, diálogo y escucha amplia sin prejuicios, porque las mujeres que sufren de violencia se avergüenzan y difícilmente lo cuentan”.

  • Si tú o alguien cercano están pasando por una situación de violencia, se pueden contactar al 1455 (atención 24/7), o con alguna de las organizaciones que ofrecen acompañamiento legal y psicológico, como Corporación Humanas (www.humanas.cl), Asociación de Abogadas Feministas (www.abofem.cl), Corporación La Morada (www.corporacionlamorada.cl), y Fundación Templanza (www.fundaciontemplanza.cl).

Publicado por Revista Paula